Francisco Ferrer Guardia

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De familia muy católica, Ferrer reaccionó como anticlerical e ingresó en la logia masónica Verdad de Barcelona. Fue enviado por su familia a trabajar a Barcelona, donde entró como aprendiz en un comercio de harinas en el distrito de Sant Martí de Provençals, cuyo dueño le inscribió en clases nocturnas y le inició en los ideales republicanos. De formación autodidacta, estudió a fondo la doctrina de Francisco Pi y Margall y las tesis internacionalistas.

En 1883 entra a trabajar como revisor en la línea de ferrocarril Barcelona-Cervere, lo que aprovecha para ejercer de enlace con Ruiz Zorrilla, de cuyo Partido Republicano Progresista era militante. Apoyó en 1886 el pronunciamiento militar del general Villacampa, partidario de Ruiz Zorrilla, cuya finalidad era proclamar la República, pero al fracasar éste tuvo que exiliarse en París, acompañado de Teresa Sanmartí, con la que tuvo tres hijos. Subsistió dando clases de castellano y ejerciendo como secretario sin sueldo de Ruiz Zorrilla. Hasta la década de 1890 continuó siendo republicano, pero a partir de entonces comienza un viraje hacia el anarquismo. Participó en 1892 en el Congreso Universal de Librepensamiento organizado en Madrid (también conocido como Congreso Librepensador Madrid de 1892) por la Federación Internacional de Librepensamiento (con sede en Bruselas)[2] [3]

En 1893 se separa y en 1899 se casa con Leopoldine Bonnard, maestra librepensadora, con la que recorre Europa. En este tiempo aprovechó para concebir los conceptos educativos anarquistas que luego aplicaría en España en sus proyectos y conoce a un grupo de anarquistas y anarcosindicalistas (Jean Grave, Jean Jaurés, Federico Urales o Anselmo Lorenzo), que le influyen decisivamente en su pensamiento. Una cuantiosa herencia (un millón de francos) de una antigua alumna, Ernestina Meunier, hizo posible que pudiera llevar a cabo su proyecto en la ciudad de Barcelona, donde inaugura en agosto de 1901 la Escuela Moderna, un proyecto práctico de pedagogía libertaria, que le acarreó la enemistad con los sectores conservadores y con la Iglesia Católica, que veían en estas escuelas laicas una amenaza a sus intereses. La Escuela Moderna promovida por Ferrer funciona intermitentemente en Barcelona desde 1901 hasta 1909, período en el cual se clausura repetidas veces y sufre la persecución de los sectores políticos y religiosos más conservadores de la ciudad. Tuvo escolarizados a más de un centenar de niños de ambos sexos, practicándose así la coeducación, algo inédito en aquellos tiempos, complementándose con la publicación de un boletín, charlas y Universidad Popular para los adultos, recitales y teatro. En sus aulas no se impartían enseñanzas religiosas pero sí científicas y humanistas, se fomentaba la no competitividad, el pensamiento libre e individual (es decir no condicionado), el excursionismo al campo, y el desarrollo integral del niño. Durante todo el primer tercio del siglo XX, decenas de escuelas, ateneos libertarios y universidades populares seguirían los planteamientos ferrerianos de la Escuela Moderna.
Lápida en el cementerio de Montjuic

Gran partidario de la huelga como arma revolucionaria editó a su costa el periódico La Huelga General, hasta que en 1906 Mateo Morral, traductor y bibliotecario de su centro educativo, perpetró el atentado frustrado contra Alfonso XIII. Esto tuvo como consecuencia para Ferrer el cierre y varios meses de encarcelamiento acusado de complicidad, al término de los cuales fue absuelto. Intentó volver a abrir la Escuela Moderna, pero no le fue posible y al año siguiente se trasladó a Francia y a Bélgica; en este último país fundó la Liga Internacional para la Educación Racional de la Infancia, cuyo presidente honorario era Anatole France. En 1908 edita la revista de la Liga L'Ecole rénovée en Bruselas, pero posteriormente la traslada a París, donde retoma la actividad de su editorial y continúa editando el boletín de la Escuela Moderna.

En 1909 se encuentra en Barcelona y es detenido, acusado de haber sido el instigador de la revuelta conocida como la Semana Trágica. Una revuelta anticlerical, tras la cual Ferrer, debido a sus pocas amistades estratégicas y su antigua vinculación con Mateo Morral, fue declarado culpable ante un tribunal militar y a las 9 de la mañana del 13 de octubre de 1909 fue fusilado en el foso de Santa Amalia de la prisión del Montjuïc.

A raíz del proceso y ejecución de Ferrer Guardia, The Times dijo: «Por negligencia o estupidez, el gobierno ha confundido la libertad de instrucción y conciencia, el derecho innato a razonar y expresar su pensamiento, con el derecho de oposición, asimilándolo a una agitación criminal»; Anatole France en carta abierta afirmaba: «Su crimen es el de ser republicano, socialista, librepensador; su crimen es haber creado la enseñanza laica en Barcelona, instruido a millares de niños en la moral independiente, su crimen es haber fundado escuelas»; y William Archer: «Toda la vida activa de Ferrer habría hecho menos daño al catolicismo español que el que le hace en la actualidad la mera mención de su nombre».
Durante la Guerra Civil, el Teatro Borràs de Barcelona llevó su nombre, junto al Aribau Club que, construido por los sindicalistas libertarios, se inauguró con el nombre de Durruti y el desaparecido cine Vergara, que se inauguró con el nombre de Ascaso, formando la denominada trilogía de los «mártires» de la causa anarquista, como indica la lápida construida en el Cementerio de Montjuic de Barcelona.

En la montaña de Montjuich de Barcelona existe un monolito y una estatua colocados en 1990 como reconocimiento público de la ciudad de Barcelona a Ferrer Guardia. Este monumento es una réplica del instalado en memoria del pedagogo anarquista en 1911 en Bruselas, exactamente en la Avenida Franklin Roosevelt, frente a la Universidad Libre de la capital belga.

Además, diversos emplazamientos públicos e instituciones culturales y educativas llevan su nombre, como el Instituto de Educación Secundaria Francesc Ferrer i Guàrdia de València.

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