Oliver Twist.


Para otros usos de este término, véase Oliver Twist (desambiguación).
Oliver Twist, edición de 1838.

Oliver Twist es la segunda novela del autor inglés Charles Dickens. Se publicó originalmente como novela por entregas de aparición mensual en la revista Bentley's Miscellany, entre febrero de 1837 y abril de 1839. En un principio, el autor tenía la intención de que formase parte de una obra más extensa, The Mudfog Papers. Todas las entregas llevaban como ilustración un grabado de George Cruikshank.

Es la primera novela en lengua inglesa que tiene a un niño como protagonista[5] y es también destacable por su escasamente romántico tratamiento del mundo de los criminales y sus sórdidas vidas. El libro lleva el subtítulo de The Parish Boy's Progress, una alusión tanto a The Pilgrim's Progress de John Bunyan como a dos populares caricaturas dieciochescas de William Hogarth, "A Rake's Progress" y "A Harlot's Progress".

Oliver Twist es una de las primeras novelas sociales de la historia de la literatura. Llama la atención a sus lectores sobre varios males sociales de la época, como el trabajo infantil o la utilización de niños para cometer delitos. Dickens se burla de la hipocresía de su época tratando estos temas tan serios con sarcasmo y humor negro. La novela pudo haber sido inspirada por la historia de Robert Blincoe, un huérfano cuyo relato sobre la dureza de su vida como trabajador infantil en un molino de algodón tuvo una gran difusión en la década de 1830.

Ha sido adaptada en numerosas ocasiones para el cine, la televisión y el teatro musical. Se ha traducido a numerosas lenguas.

Oliver Twist (1948) PART 1

Alfred Nobel y la dinamita.

Alfred Nobel y la dinamita (1/2)


Alfred Nobel y la dinamita (2/2)

Alfred Nobel.


Alfred Bernhard Nobel (Estocolmo, 21 de octubre de 1833 – San Remo, 10 de diciembre de 1896) fue un inventor y químico sueco, famoso principalmente por la invención de la dinamita y por los premios que llevan su nombre.
Biografía [editar]

Alfred Nobel nació en una familia de ingenieros; a los nueve años de edad su familia se trasladó a Rusia, donde él y sus hermanos recibieron una esmerada educación en ciencias naturales y humanidades. Pasó gran parte de su juventud en San Petersburgo, donde su padre instaló una fábrica de armamento que quebró en 1859.

Regresó a Suecia en 1863, completando allí las investigaciones que había iniciado en el campo de los explosivos: en 1863 consiguió controlar mediante un detonador las explosiones de la nitroglicerina (inventada en 1846 por el italiano Ascanio Sobrero); en 1865 perfeccionó el sistema con un detonador de mercurio; y en 1867 consiguió la dinamita, un explosivo plástico resultante de absorber la nitroglicerina en un material sólido poroso (tierra de infusorios o kieselguhr), con lo que se reducían los riesgos de accidente (las explosiones accidentales de la nitroglicerina, en una de las cuales había muerto su propio hermano Emilio Nobel y otras cuatro personas, habían despertado fuertes críticas contra Nobel y sus fábricas).

Aún produjo otras invenciones en el terreno de los explosivos, como la gelignita (1875) o la balistita (1887). Nobel patentó todos sus inventos y fundó compañías para fabricarlos y comercializarlos desde 1865 (primero en Estocolmo y Hamburgo, luego también en Nueva York y San Francisco). Sus productos fueron de enorme importancia para la construcción, la minería y la ingeniería, pero también para la industria militar (para la cual habían sido expresamente diseñados algunos de ellos, como la balistita o pólvora sin humo); con ellos puso los cimientos de una fortuna, que acrecentó con la inversión en pozos de petróleo en el Cáucaso.
Alfred Nobel

Por todo ello, Nobel acumuló una enorme riqueza, pero también cierto complejo de culpa por el mal y la destrucción que sus inventos pudieran haber causado a la Humanidad en los campos de batalla. La combinación de ambas razones le llevó a legar la mayor parte de su fortuna a una sociedad filantrópica –La Fundación Nobel–, creada en 1900 con el encargo de otorgar una serie de premios anuales a las personas que más hubieran hecho en beneficio de la Humanidad en los terrenos de la física, química, medicina, fisiología, psicologia, literatura y la paz mundial, y a partir del año 1969 también en la economía.

De sus más de 350 patentes, su invento más famoso es la dinamita, que resolvía el problema de la gran inestabilidad de la nitroglicerina y que, a partir de ese momento, evitó las muertes que se producían durante la manipulación de la misma, al hacer ésta más manejable al mezclarla con tierra de infusorios. Posiblemente, el gran incentivo para este invento fue la muerte de su hermano pequeño en el laboratorio donde artesanalmente fabricaban la nitroglicerina.

En su testamento firmado el 27 de noviembre de 1895 en el Club Sueco-Noruego de París, Nobel instaura con su fortuna un fondo con el que se premiaría a los mejores exponentes en la Literatura, Fisiología o Medicina, Física, Química y la Paz. Un ataque cardíaco le causó la muerte cuando estaba en su hogar en San Remo, Italia, el día 10 de diciembre de 1896.

Se calcula que su fortuna en el momento de su muerte era de 33.000.000 coronas, de las que legó a su familia apenas 100.000 coronas. El resto fue destinado a los premios Nobel. En su honor llamaron a un asteroide (6032) Nobel.

Teléfono.

Alexander Graham Bell


Alexander Graham Bell (Edimburgo, Escocia, Reino Unido, 3 de marzo de 1847 - Beinn Bhreagh, Canadá, 2 de agosto de 1922) fue un científico, inventor y logopeda británico. Contribuyó al desarrollo de las telecomunicaciones y la tecnología de la aviación. Su padre, abuelo y hermano estuvieron asociados con el trabajo en locución y discurso (su madre y su esposa eran sordas), lo que influyó profundamente en el trabajo de Bell, su investigación en la escucha y el habla. Esto le movió a experimentar con aparatos para el oído.[1] [2] Sus investigaciones le llevaron a intentar conseguir la patente del teléfono en América, obteniéndola en 1876,[3] aunque el aparato ya había sido desarrollado anteriormente por Antonio Meucci, siendo éste reconocido como su inventor el 11 de junio de 2002.

Muchos otros inventos marcaron la vida de Bell; entre ellos, la construcción del hidroala y los estudios en aeronáutica. En 1888, Alexander Graham Bell fue uno de los fundadores de la National Geographic Society. Además, el 7 de enero de 1898, asumió la presidencia de dicha institución.


Antonio Meucci

Antonio Santi Giuseppe Meucci, nacido en Florencia el 13 de abril de 1808 y muerto el 18 de octubre de 1889 en Nueva York, fue el inventor del teléfono (él lo bautizó como teletrófono), entre otras innovaciones técnicas.

Desarrolló un teléfono neumático (precursor de su teletrófono) que hoy todavía se utiliza en el Teatro della Pergola de Florencia y que luego perfeccionó en el teatro Tacón de La Habana. Creó un nuevo sistema de galvanizado, un sistema de filtros para la depuración del agua e introdujo el uso de la parafina en la fabricación de velas. También desarrolló un sistema de electroshocks terapeúticos que administraba en La Habana.

Estudió ingeniería química e ingeniería industrial en la Academia de Bellas Artes de Florencia. Encarcelado alrededor de 1833-1834 por participar en el movimiento de liberación italiano. Se casó el 7 de agosto de 1834 con Ester Mochi. Luego fue acusado de participar en una conspiración del Movimiento de Unificación Italiana y fue encarcelado tres meses.

En octubre de 1835 Meucci y su esposa dejaron Florencia para nunca regresar. Emigraron al continente americano, parando primero en Cuba donde Meucci aceptó un trabajo en el Gran Teatro de Tacón en La Habana. Luego en 1850, Meucci y su esposa emigraron a los Estados Unidos, y llegaron a Clifton (en Staten Island, cerca de la ciudad de Nueva York) donde Meucci vivió el resto de su vida.

En su nuevo hogar, Meucci fue siempre respetado como un prohombre de la comunidad italiana de Nueva York. Había levantado una fábrica de velas y acogía a cualquier italiano que necesitara un empujón. Garibaldi pasó por casa de Meucci durante su periplo americano.

Alrededor del año 1854 Meucci construyó un teléfono para conectar su oficina con su dormitorio ubicado en el segundo piso, debido al reumatismo de su esposa. Sin embargo carecía del dinero suficiente para patentar su invento, por lo que lo presentó a una empresa que no solo no le prestó atención, sino que tampoco le devolvió los materiales. Al parecer, y esto no está probado, dichos materiales cayeron en manos de Alexander Graham Bell quien se sirvió de ellos para desarrollar su teléfono, que presentó como propio. El 11 de junio de 2002 el Congreso de los Estados Unidos aprobó la resolución 269 por la que reconoció que el inventor del teléfono había sido Meucci y no Alexander Graham Bell.

Bell cuenta con otros inventos como la balanza de inducción, un prototipo de pulmón de acero para la respiración artificial, el fotófono, el radiófono y el grafófono, pero no el teletrófono, del que, sin embargo, fue el mayor beneficiario.

Jardín Botánico Viera y Clavijo.


Las actividades principales de este Jardín Botánico están orientadas al conocimiento científico de la diversidad florística exclusiva del Archipiélago Canario en particular y de la Región Macaronésica en general, y a su divulgación mediante los programas de educación ambiental.

El Jardín, que es el mas grande de España, con más de 27 hectáreas se ha convertido a través de los años en un modelo para la CONSERVACIÓN de la flora endémica local.

Ubicado en LAS PALMAS DE GRAN CANARIA, se encuentra a la altura del Km. 7 de la carretera del centro entre los barrios de Tafira Baja y Tafira Alta, y pertenece al Cabildo de Gran Canaria.

Las actividades principales de este Jardín Botánico están orientadas al conocimiento científico de la diversidad florística exclusiva del Archipiélago Canario en particular y de la Región Macaronésica en general, y a su divulgación mediante los programas de educación ambiental.

El Jardín, que es el mas grande de España, con más de 27 hectáreas se ha convertido a través de los años en un modelo para la CONSERVACIÓN de la flora endémica local.

Blas Cabrera Felipe: un físico canario en la diáspora


Con ocasión del Año Internacional de la Física y porque es de justicia, no queremos dejar en las penumbras del olvido a este insigne científico canario a nivel mundial. Queremos encender las luces que enfoquen su vida y su quehacer en este campo de la Ciencia y dejar de manifiesto la valía de un isleño norteafricano que, como tantos otros en las diversas ramas del saber, despuntó en la comunidad científica fuera de la patria canaria que le vió nacer, sirviendo de alguna u otra forma en las diferentes etapas políticas a los intereses de la metrópoli (republicana en los últimos años de su vida).

Con el advenimiento del fascismo a España y a sus posesiones de ultramar, la figura de Blas Cabrera se difuminó totalmente, siendo ignorado y despreciado de forma ignominiosa por los bárbaros recién llegados al poder colonial. Nuestra pretensión al glosar su figura nace de la tristeza que nos embarga al ver malograda una hiperinteligencia por culpa de la ignorancia vestida de uniforme. Sirva este artículo como desagravio y como argumentación directa para algunos canarios inmersos de lleno en el complejo del colonizado (que tan magistralmente describió Franz Fannon), que pregonan de forma continuada una estúpida endofobia y que actúan como auténticos vectores opuestos, en sentido contrario al vector suma que debe apuntar hacia la independencia. Esta última sería el único objetivo capaz de crear un Estado donde nuestro personaje se hubiera sentido verdaderamente valorado por los compatriotas. Sin embargo, y desgraciadamente, merced a esas fuerzas opuestas la fuerza resultante es prácticamente nula. Nuestro homenaje se dirige pues a la figura relevante de mente fecunda, como las vides surgidas desde la fuerza telúrica de los volcanes de su Lanzarote natal.

Nace Blas Cabrera en Arrecife, en 1878, en el seno de una noble familia, cursando sus primeros estudios en La Laguna de Tenerife y trasladándose a continuación a España, donde prosiguió sus estudios superiores obteniendo en 1901 el título de doctor en ciencias físico-matemáticas por la Universidad de Madrid. Uno de sus principales descubrimientos a nivel mundial, en relación a los electrólitos, fue la formulación de una teoría acerca de la disociación de los mismos, sentando un importante precedente científico al coincidir años más tarde con la tesis que formuló Debye-Huckel, vigente en la actualidad.
En 1910 ocupó la presidencia de la Academia de Ciencias, después de que en 1905 ganara la cátedra de Electricidad y Magnetismo de la Universidad de Madrid, de la que incluso llegó a ser rector.

Llevado por su amor a la investigación y dado que en la Metrópoli la ciencia no disponía de apoyos económicos suficientes -como así siempre ha sucedido, habida cuenta que al espíritu español de todas las épocas más que investigar lo que le atraía era conquistar otros pueblos- en 1912 marcha a Zurich (Suiza), empeñado en el aprendizaje de los nuevos métodos experimentales del Dr. Pierre Weiss. Este último desarrollaba por aquella época estudios sobre la susceptibilidad magnética de las soluciones salinas. Es decir, investigaba la sensibilidad de dichas soluciones a los campos magnéticos inducidos, de indudable importancia práctica. Sin embargo la teoría del magnetón de Weiss, como unidad natural del magnetismo molecular, fue años más tarde superada y sustituída por el magnetón de N. Bohr.

Como anécdota que el propio Blas Cabrera refiere (en una carta reproducida por Sánchez Ron) se alude al desprecio que inicialmente sufrió por parte del físico suizo Weiss cuando este le dijo que no tenía sitio donde alojarle a él y a su esposa e hijos (con los que se trasladó). Esta humillación supuso para Cabrera la constatación de que España no contaba absolutamente para nada en el contexto de la ciencia mundial. Finalmente, siendo el suizo consciente del gran interés mostrado por el físico canario y de las sugestivas propuestas que aportaba a la investigación, le hizo un huequito en su laboratorio. Y nos preguntamos: ¿Si en lugar de acudir a Suiza oficialmente como científico "español" lo hubiera hecho como canario perteneciente a un estado independiente, habría sido igual el trato? ¿No influiría entre la comunidad científica mundial de la época el analfabetismo funcional en este campo mostrado desde siempre por España (el famoso"que inventen ellos")?. ¿No hubiera surgido al menos una corriente de simpatía y admiración por parte de Weiss al tener ante sí a un científico isleño norteafricano? Sería desde luego un buen motivo de reflexión. Cae uno en la cuenta, con esta anécdota, de la marginación, la ignorancia y el aislamiento sufridos por el pueblo canario durante el largo período colonial de 500 años que aún persiste. Y además, con más motivo si cabe cuando se constata a su vez el carácter acientífico y cuasi tosco de la potencia metropolitana. ¿En qué manos estuvo y seguirá estando nuestro pueblo, si no se remedia por la emancipación isleña, habida cuenta del alto grado de aculturación, desconocimiento, poco hábito a la lectura o decadente TV, en que aún a comienzos del siglo XXI nos somete el colonialismo español? ¿Comprenderán ahora muchos de nuestros compatriotas canarios atoletados el porqué de la lucha liberadora de pueblos tan cultos como el catalán o el euskaldun, allá en Europa?
Por otra parte la lengua española, utilizada únicamente en las revistas especializadas de ese país, era -y es- absolutamente desconocida en el ámbito editorial científico mundial, a nivel de publicaciones, revistas o artículos, y esta circunstancia evidentemente supuso un obstáculo para la difusión de las teorías del científico canario.

De regreso a la Metrópoli Don Blas siguió investigando en el comportamiento paramagnético y diamagnético de las disoluciones químicas expresado mediante una ecuación matemática, que motivaron su nombramiento como director del Instituto Nacional de Física y Química (Fundación Rockefeller), además del aumento de su prestigio internacional. Fruto de este reconocimiento fue la relación con eminentes científicos de la época, tales como Albert Einstein, Bohr o Marie Curie, entre otros. A partir de su encuentro con A. Einstein en 1923, del cual aceptó prontamente su teoría de la relatividad (como lo demuestran la publicación en el mismo año de su "Principio de relatividad" y la previa difusión de las ideas relativistas en sus conferencias en Argentina, en 1920), su fama mundial fue en aumento. En 1927 publicó "El atomo y sus propiedades electromagnéticas" . Intensificó las relaciones con Einstein a partir de 1928, año en el que fue designado miembro de la Comisión Científica del Instituto de Física Solvay, a propuesta de aquel y de Marie Curie. Este nombramiento supuso el máximo reconocimiento mundial, superior incluso al Nobel. En 1933 fue elegido secretario del Comité Internacional de Pesas y Medidas, con sede en Paris.
Al triunfar el golpe de estado fascista en España Blas Cabrera tuvo que huir a Francia en octubre de 1936, siendo desposeído de su cátedra por ser un "liberal" y encima canario. Durante la dictadura española se eliminaron de un plumazo los justos criterios anteriores por los que un científico podía triunfar por sus propios méritos y no por avales aristocráticos y eclesiásticos, como ocurrió con muchos "científicos" adictos al franquismo. Esto motivó la creación en 1940 del CSIC (Centro Superior de Investigaciones Científicas), que aunque actualmente acoge a la mayoria de los investigadores del Estado Español, su origen no deja de ser de lo más lamentable.

Al terminar la guerra civil el científico canario quiso volver a su patria isleña, pero el gobierno español no sólo no le permitió regresar sino que en el colmo de la crueldad le exigió que renunciara a su cargo en el Comité Internacional de Pesas y Medidas. La envidia que le profesaban sus mediocres colegas españoles, que no podían permitir que un canario les hiciera sombra, fue determinante para que Don Blas se olvidara de España y decidiera emprender una nueva vida, exiliándose en la República de México en 1941, de cuya Universidad Nacional Autónoma (UNAM) fue nombrado profesor. Allí permaneció hasta 1945 en que falleció a la edad de 67 años, muy probablemente acompañado por la nostalgia del mar y de los volcanes de su Lanzarote natal, dejándonos como legado su Obras Completas constituídas por un total de 14 volúmenes. No sabemos si se nacionalizó mexicano, pero al igual que su colega A. Einstein sufrió en sus carnes el exilio, este último en los EE.UU huyendo de la persecución nazi y de cuyo país adoptó la nacionalidad.

Y nos preguntamos: ¿Dónde están los homenajes públicos en Canarias (y no limitados al estricto mundo universitario o a la denominación aislada de algún Instituro de EE.MM) a la figura del científico isleño Blas Cabrera Felipe? ¿Dónde las calles o plazas principales con su nombre? ¿Dónde los diseños curriculares que incluyan los contenidos que todo estudiante canario debe conocer, en lugar de la saturación, hasta límites extenuantes, de autores foráneos y sus obras, como la reciente campaña masiva de El Quijote (por muy universal que sea). Queremos saber.

Masacre de Puerto Hurraco


Los hermanos Antonio y Emilio Izquierdo, de 53 y 58 años respectivamente, dispararon varios cartuchos después de salir de un callejón hacia una plaza, sobre unos vecinos del pueblo apellidados Cabanillas. Se trataba de un acto de venganza porque los consideraban culpables del incendio de una casa de su propiedad, en el que murió la madre de los hermanos Izquierdo. Posteriormente el tiroteo derivaría contra quienes se cruzaran por la calle. La munición empleada era de postas, cartuchos que contienen nueve gruesos perdigones de plomo o hierro.

Los Izquierdo incluso llegaron a disparar contra una unidad de la Guardia Civil, que acudió de la casa cuartel de Monterrubio de la Serena alertada por los vecinos. Los dos agentes de la Benemérita resultaron gravemente heridos en el interior de su vehículo, antes de poder dar el alto o tratar de defenderse con sus armas reglamentarias.
Tras la matanza, los hermanos Izquierdo huyeron a la sierra. Las unidades de la Guardia Civil que los buscaban los encontraron durmiendo 9 horas después del inicio de la tragedia y fueron detenidos sin resistencia. Fueron conducidos al juzgado de Castuera, lejos de Puerto Hurraco y de más que posibles ajustes de cuentas.

Habían dejado 9 muertos y en torno a una quincena de heridos de diversa gravedad. Algunos acabaron tetrapléjicos en silla de ruedas el resto de su vida. Los hermanos Izquierdo creían haber matado a unas 20 personas.

En el juicio fueron condenados a 684 años de cárcel. "Su inteligencia", resaltó el juez magistrado, "está dentro de lo normal, hecho que queda corroborado porque eran capaces de manejar un rebaño de unas mil ovejas, tenían fincas arrendadas y tienen, con la crisis que atraviesa el campo, una cartilla de 10 millones de pesetas". Al principio se involucró a las hermanas Ángela y Luciana como posibles inductoras del crimen, pero dos años después las hermanas Izquierdo fueron exculpadas, al no encontrar el juez pruebas que demostrasen su implicación directa en aquellos dramáticos, y fueron ingresadas en el hospital psiquiátrico de Mérida.

El 1 de febrero del 2005 murió en esta institución mental Luciana Izquierdo, considerada la verdadera inductora de los crímenes de Puerto Hurraco. Ángela falleció solamente 10 meses después que su hermana Luciana.

El día 13 de diciembre de 2006 uno de los hermanos Izquierdo, Emilio, murió en la cárcel a los 72 años de edad. Emilio, que padecía problemas de corazón, falleció por causas naturales y fue hallado sin vida en su celda por un funcionario. En el entierro, cuando acudió su hermano Antonio, este dijo delante de su tumba: "Hermano, te vas con la satisfacción de que tu madre ha sido vengada"