Cristianismo.


El cristianismo es una religión monoteísta de origen semita que se basa en el reconocimiento de Jesús de Nazaret como su fundador y figura central. Sus seguidores creen que Jesús es el hijo de Dios, así como el Mesías (o Cristo) profetizado en el Antiguo Testamento, muriendo en redención de los pecados del género humano, y resucitando después su muerte.

Dentro de sus textos y escritos sagrados, comparte con el judaísmo el Tanaj, el cual constituye, junto con la Biblia Septuaginta (más antigua que el Tanaj), la base y la fuente para el Antiguo Testamento de las diferentes Biblias cristianas. Por este motivo es considerada una religión abrahámica junto al Judaísmo y al Islam.

Sus inicios datan del año 33[2] aproximadamente, cuando era considerada una secta judía al igual que otras creencias de la época.[3] Desde que el cristianismo se convirtió en la religión oficial del Imperio romano en el siglo IV, ha influido de manera significativa en la cultura occidental y en muchas otras culturas a través del mundo. En la actualidad posee más de 2.100 millones de fieles,[1] o cerca de un tercio de la población mundial, siendo la religión con más seguidores del mundo.

La palabra "cristianismo" proviene del griego χριστιανός, christianós, cristiano, la cual a su vez proviene del nombre propio Χριστός, Christós, Cristo, traducción del hebreo "Mesías" que significa "Ungido". El origen del término se indica en el libro de Hechos de los Apóstoles:
«Después de esto, Bernabé fue a Tarso a buscar a Saulo, y cuando lo encontró, lo llevó a Antioquía. Allí estuvieron con la iglesia un año entero, enseñando a mucha gente. Fue en Antioquía donde por primera vez se les dio a los discípulos el nombre de cristianos»
Hechos 11:25-26

Creencias:
El criterio general para basar las creencias se encuentra en sus escritos sagrados, entre los que destaca la Biblia, siendo la única fuente doctrinal válida de muchas denominaciones, en particular las de corriente protestante.

Otra fuente doctrinal importante son los credos, aunque no poseen necesariamente la unicidad de criterios para su aceptación, ya que pueden ser aceptados total o parcialmente, o rechazados en su totalidad, dependiendo de la denominación. Algunas tradiciones cristianas, tales como los bautistas y las Iglesias de Cristo, aceptan estas creencias, pero no el credo mismo, debido a que los credos son considerados en estos grupos como no pertenecientes a las escrituras. Todo lo anterior sucede también con otros escritos aunque no poseen tanta aceptación como la Biblia.

Ya desde los primeros tiempos de difusión de las ideas de Cristo y de las diferentes escuelas que formaron los discípulos suyos al final de su vida y su ministerio históricos, biográficos y humanos,[5] surgieron diferencias muy significativas respecto del papel e importancia de Cristo, de su rol redentor, de su naturaleza, y de su posterior deificación, y de muy numerosas cuestiones doctrinales referentes a su predicación, ideas y enseñanzas, la selección de textos que pudieron haberlas descrito de forma más correcta —el Nuevo Testamento, los llamados Logia (dichos o palabras) de Jesús, o bien, los evangelios y escritos gnósticos y apócrifos—, y la interpretación —textual o contextual— de sus cuerpos de textos sagrados.

De hecho, de los doce que, según el testimonio de dos de los llamados Evangelios canónicos, habrían sido investidos como apóstoles de forma original, sólo cinco de ellos dejaron documentos que fueron admitidos en el Canon del Nuevo Testamento, el resto de los doce —incluyendo a Judas Iscariote—, y algunos de los cinco ya antes mencionados, pasaron a la historia como autores de documentos gnósticos, que, al paso de los siglos, dejaron de ser vistos como textos sagrados, llegando a ser tenidos por apócrifos.

Debe tenerse en cuenta que el nombre de cristianos ha sido compartido desde entonces, a través de los siglos, y no siempre de formas muy armónicas, por grupos numerosos de creyentes, cada cual, a su vez, llegó a desconocer como cristianos a grupos con posturas dogmáticas concretas distintas de las propias (de las de ese mismo grupo en especial). Dicho de otra forma, el nombre de cristianos es el nombre común de grupos tan distintos entre sí como los gnósticos, arrianos, cristianos ortodoxos adherentes al dogma calcedonio, cristianos ortodoxos divergentes del dogma calcedonio, católicos romanos, cátaros o albigenses, templarios y masones, angloepiscopalianos, grupos preprotestantes, protestantes y paraprotestantes de todas las tendencias, y otros tipos de grupos que reflejan posturas dogmáticas concretas bastante más disímiles.

A través de los siglos, todos estos distintos grupos confesionales, o al menos doctrinales, reivindican a Cristo como su Maestro, y no pocos de ellos como su Líder, Rey, Señor o Dios, y algunos, así mismo, como su Redentor o Salvador, acogiendo con gusto y proverbial cariño todas sus enseñanzas —o cuerpos doctrinales que en su nombre les fueron entregadas—, y dando testimonio de estos hechos de múltiples maneras, que incluyen el dejarse privar de la existencia antes que renegar de su adhesión a él.

Aunque existen enormes diferencias en las creencias de aquellos que se identifican como cristianos, aun así es posible plantear afirmaciones generales las que describen las creencias de una gran mayoría, entre las que destacan:
Cristo crucificado, de Diego Velázquez.

* Jesucristo es el Mesías (o Cristo) descrito en el Antiguo Testamento y el hijo de Dios. Las corrientes principales del cristianismo aseguran que es completamente Dios (o divino) y completamente humano: dos naturalezas en una persona.

* La Trinidad, esto es, que Dios es un ser único y eterno que existe como tres personas eternas, distintas e indivisibles: Padre, Hijo (Logos divino, encarnado en la persona de Jesucristo), y el Espíritu Santo.

* La salvación, mediante el perdón de los pecados y la victoria sobre la consecuencia del pecado, la muerte. Esta salvación es otorgada por la gracia de Dios y fue conseguida por Jesucristo en su crucifixión y su posterior resurrección, mediante la cual se obtiene la vida eterna. La rama teológica que estudia el como sucede esto se denomina soteriología.

* La ascensión de Jesucristo al cielo, la instauración del Reino de Dios o del señorío de Jesucristo y su Segunda Venida.

* La "Resurrección General", en la cual las personas que han vivido se levantarán de la muerte al final del tiempo, para ser juzgadas por Jesucristo.

Escrituras:
Existe dentro del cristianismo una agrupación de libros en lo que se conoce como Biblia, que contiene texto sagrado para su consideración y obediencia. Las distintas denominaciones cristianas varían en cuanto a la forma de traducción e interpretación de dichas escrituras.
Textos :
Virtualmente todas las iglesias cristianas aceptan la autoridad de la Biblia, lo cual incluye el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento, si bien el canon bíblico, o libros que se incluyen, difieren entre las diferentes denominaciones, como es el caso del Antiguo Testamento.

Las distintas iglesias cristianas ortodoxas, así como distintas iglesias nestorianas y eutiquianas, y la iglesia católica, incluyen en sus Biblias otros libros llamados los deuterocanónicos, que las comunidades cristianas primitivas habían recibido en la Biblia Septuaginta, bastante más extensa que el Tanaj judío hebreo-arameo, de las comunidades israelitas de habla griega de todo el Mundo Clásico.

Debido a la ignorancia de algunos de los padres de la iglesia de esta transferencia cultural, la iglesia occidental mantuvo una postura bastante reservada hacia estos escritos, los deuterocanónicos, durante muchos Siglos. Durante la Reforma protestante del Siglo XVI, Lutero decidió que no eran inspirados, y retomó el Tanaj como su fundamento para el canon del Antiguo Testamento. En medio del debate suscitado, la iglesia occidental optó por recibirlos finalmente como parte del canon.

Las distintas iglesias cristianas ortodoxas, nestorianas de Oriente y eutiquianas de África, jamás participaron del debate: conocían más de cerca el origen de los libros, sabían perfectamente lo que habían recibido, y no necesitaron pronunciarse. El canon de sus Biblias es bastante más amplio que el canon de la iglesia latina occidental, e incluye el Salmo 151, la Oración de Manasés, el Libro III de Esdras y el Libro III de los Macabeos. (Además de éstos, el Libro IV de Esdras y el Libro IV de los Macabeos figuran, así mismo, en muchas importantes versiones y ediciones de la Biblia.)

Cada grupo cristiano suele llamar apócrifos a todos los escritos no incluidos en su versión del canon, si bien las diferentes confesiones dentro del cristianismo coinciden en el uso de este término para hacer referencia a los textos excluidos del canon de las Biblias cristianas ortodoxas. Solamente la iglesia latina, y algunos protestantes respetuosos, llaman deuterocanónicos a los libros católicos ausentes de las Biblias protestantes. Las iglesias de Oriente rechazan de manera terminante el uso occidental de distinguir los libros propios del canon amplio, de los protocanónicos comunes a todos los cristianos.

Algunos grupos cristianos también han generado escrituras adicionales y son consideradas como escritura "inspirada". Ejemplos muy conocidos incluyen el Libro de Mormón, que declara ser otro Testamento de Jesucristo, Doctrina y Convenios, y la Perla del Gran Precio empleados por los mormones; o las escrituras de la fundadora de la Ciencia Cristiana, Mary Baker Eddy.

Otros, como los Testigos de Jehová, han producido sus propias traducciones de la Biblia en los que se asegura que son la única traducción totalmente confiable. Esta elevación de otras escrituras al mismo nivel de las escrituras aceptadas es la mayor causa de disputas entre estos grupos y las principales corrientes cristianas. Se podría esperar que los luteranos y los calvinistas considerasen las interpretaciones de Lutero y Calvino respectivamente con similar reverencia, pero no es así; de hecho la mayoría de los teólogos católicos y protestantes están de acuerdo que no son de ninguna forma "inspirados".

El grado de sacralidad de los textos bíblicos varía entre las distintas denominaciones. En el catolicismo y la iglesia ortodoxa, el texto suele ser considerado per se digno de algún grado de culto, y es llevado en procesión y colocado en altares o lugares dignificados. En el protestantismo, el texto carece de este tipo de valoración y sólo es tomado en cuenta, en forma independiente al libro físico, el contenido de las escrituras y su interpretación.

El dos de mayo de 1808 en Madrid.


El 24 de febrero de 1814, Goya dirige una carta a la regencia de España, informando de su pretensión de
«perpetuar por medio del pincel las más notables y heroicas escenas de nuestra gloriosa insurrección contra el tirano de Europa»[1]

El 9 de marzo le respondía el gobierno aceptando pagarle el importe de lienzos, aparejos y colores. Como resultado, en el año 1814, seis años después de los hechos, pintó este lienzo, y Los fusilamientos del 3 de mayo en la montaña del Príncipe Pío, que plasma los acontecimientos del día siguiente al representado en este cuadro.

Hay que resaltar que Goya no asistió a una escena similar: la pintó de acuerdo a los relatos que oyó sobre el acontecimiento. Con el cuadro quiso rendir homenaje a la resistencia española.

Durante la Guerra Civil este cuadro, junto con otros del Museo del Prado, fue sacado de España y trasladado a Ginebra. En ese traslado se deterioraron algunos fragmentos, como puede observarse en las faltas cubiertas de marrón a la izquierda del cuadro. Se cuenta que el camión que transportaba el lienzo rozó un balcón, y dado que la pintura se trasladaba en su bastidor (no enrollada), sufrió el impacto y se desgarró. En 2008 las zonas afectadas fueron restauradas y las figuras desaparecidas reintegradas a la acuarela.[2

Marcha Verde.


La marcha verde redirige aquí, para la película del mismo nombre, véase La marcha verde (película)
Norte del Sahara Occidental Tifariti (21 de mayo, 2005)

La Marcha Verde fue la estrategia de Marruecos con la intención de ocupar el Sáhara Español iniciada el 6 de noviembre de 1975.

Marruecos envió a unos 350.000 ciudadanos y 25.000 soldados para invadir la por entonces provincia española, de modo que apoyasen y legitimasen la anexión, organizada por el rey Hassán II, durante la crisis política de España en los últimos días del régimen franquista.

Todo vino a raíz del dictamen de 16 de octubre de 1975 del Tribunal Internacional de Justicia de Naciones Unidas (ONU), que ratificaba los planes de la ONU del derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación. El rey Hassán autorizó la marcha por la parte norte del Sáhara Occidental como medida de presión nacional e internacional sobre España, además de desplegar por la parte sur diversas acciones militares.

El ejército español minó y señaló claramente la zona fronteriza a la que se dirigía la marcha, desplegándose a continuación inmediatamente detrás. Hasta que no se produjeron los Acuerdos de Madrid, la Marcha Verde permaneció estacionada a unos cientos de metros de los campos de minas, controlada por la policía marroquí que se empleaba contundentemente cuando movimientos espontáneos de civiles se dirigían hacia las tropas españolas.

Una semana después y en medio de la agonía del general Franco, con los acuerdos tripartitos de Madrid, cedía la administración del tercio sur del territorio saharaui a Mauritania y los dos tercios septentrionales a Marruecos. La operación fue vendida a la opinión pública europea, que seguía los medios de comunicación de la época, como una invasión pacífica de pobladores autóctonos (que diferían bastante en usos, ritos y costumbres con los naturales), a pesar de que paralelamente y más al este se producía la invasión militar del territorio.

Actualmente la situación sigue sin resolverse. Hay un plan especial todavía de la ONU, la MINURSO, para asegurar un futuro referéndum para la autodeterminación, y aunque Mauritania abandonó la parte sur después de las continuas derrotas militares por incursiones de la organización independentista saharaui Frente Polisario, el Sáhara Occidental continúa dividido y militarizado en la mayor parte bajo gobierno marroquí, que también ocupó militarmente la inmensa mayoría de la zona sur abandonada por Mauritania (salvo una parte en torno a Cabo Blanco para resguardar la capital Nuakchot).

El asesinato de Prim.


Todo estaba preparado en España para la inminente llegada del nuevo rey, Amadeo I. En el Parlamento, el general Juan Prim y Prats, de 56 años, presidente del Consejo de Ministros y ministro de la Guerra, capitán general de los Ejércitos, marqués de los Castillejos y conde de Reus, acababa de conseguir la aprobación de las últimas propuestas relacionadas con la Casa Real. Nada más le quedaba por hacer en el palacio de las Cortes, y tenía que preparar el viaje a Cartagena, al día siguiente, para recibir al monarca.


Eran las 19,30 del 27 de diciembre de 1870. En Madrid caía una espesa nevada. El general se despidió con cortesía de diputados y ministros, cruzó unas tensas palabras con el líder de los republicanos y se dirigió a su coche, una berlina verde de cuatro ruedas tirada por dos caballos que le aguardaba en la puerta del Congreso, con los cristales cerrados para proteger el interior del frío y la tormenta de nieve. El cochero puso en marcha el vehículo en cuanto subieron el general y sus acompañantes: el coronel Moya, que se sentó en la delantera, y su ayudante personal, Nandín, que se acomodó a su lado, en el asiento trasero.

La berlina emprendió la ruta habitual, por la calle Marqués de Cubas, hacia el Ministerio de la Guerra (Palacio de Buenavista), donde estaba la residencia presidencial. El general iba tranquilo, intercambiando algunos comentarios con sus hombres de confianza, sin dar muestras de la urgencia que sentía por retirarse pronto a descansar. Estaba tan sumido en sus pensamientos sobre la gran responsabilidad de dotar a España de una nueva monarquía que no pudo darse cuenta de que unos hombres apostados en las esquinas avisaban disimuladamente de su paso, haciendo señales con fósforos encendidos. Tampoco sus ayudantes apreciaron nada anormal, aunque estaban siendo observados desde el momento mismo en que habían abandonado el Congreso.

Al llegar a la calle del Turco –que habría de convertirse en la calle de Prim por lo que allí estaba a punto de suceder– el cochero observó que había dos carruajes de caballos atravesados en el angosto camino. Tuvo que detener la berlina en medio de la densa nevada, que caía mansa y espesa, dificultando la visión. Un segundo después el coronel Moya se asomó a la portezuela para tratar de arreglar la situación y contempló con alarma cómo tres individuos vestidos con blusas, sin duda alertados de la llegada de Prim, se dirigían hacia el coche armados con lo que le parecieron carabinas o retacos, aunque uno de ellos llevaba con seguridad una pistola. No tuvo tiempo nada más que para decir: “Bájese usted, mi general, que nos hacen fuego”.

Pero sus palabras quedaron interrumpidas por el ruido de las detonaciones, al menos tres por el lado izquierdo y otras dos por el derecho. Los cristales se quebraron y uno de los asesinos consiguió meter en el interior de la berlina el cañón del arma que portaba; tan cerca del general Prim que la cara de éste quedó tatuada por los granos de pólvora. Su ayudante, Nandín, en un movimiento desesperado, trató de protegerlo interponiendo su brazo. Las balas le destrozaron la mano, y quedaron esparcidos esquirlas y pedazos de carne abrasada.

La agresión duró sólo unos segundos, apenas los mismos que el cochero tardó en reaccionar, golpeando con su látigo casi por igual a los agresores y a los caballos hasta romper el cerco y huir hacia la calle Alcalá, llevándose por delante los carruajes que impedían la salida de aquella ratonera.

Mientras se dirigían a toda prisa hacia el Ministerio de la Guerra, Moya preguntó al general si estaba herido, a lo que Prim contestó que se sentía tocado. Al llegar a palacio los dos heridos descendieron de la berlina, ayudados por Moya y el cochero. El general subió por su propio pie la escalerilla del ministerio, apoyándose en la barandilla con la mano afectada y dejando en el suelo un reguero de sangre. Al encontrarse con su esposa forzó un gesto tranquilizador para decirle que sus heridas no revestían gravedad.

Cuando llegaron los médicos apreciaron rápidamente los destrozos en los dedos de la mano derecha, de tal envergadura que fue preciso amputar de inmediato la primera falange del anular, quedando en peligro de amputación el índice. Aunque lo más preocupante era el “trabucazo” que el general presentaba en el hombro izquierdo. Le había sepultado al menos ocho balas en la carne. Los cuidados médicos se prolongaron hasta la madrugada. A las dos de la mañana se le habían extraído siete balas.

Nandín, el ayudante, fue trasladado a la casa de socorro más cercana, donde se le diagnosticó que perdería el movimiento de la mano, que le quedaría seca e inservible; pero quizá –le dijeron– no tendrían que amputársela. Entre tanto, las noticias difundidas mentían sobre la gravedad de las lesiones: se quería que fuesen tranquilizadoras, en un momento en que era preciso mantener la calma en el Estado.

El general Prim, en una vitola.Prim mantuvo su proverbial valor durante el largo sufrimiento, que habría de durar tres días. Estuvo siempre a la altura de las circunstancias, aunque contrariado, incluso en sus delirios, por el momento en que se producía el atentado, para él tan inoportuno, aunque por lo mismo buscado por sus asesinos. El hombre más poderoso de España se apagaba lentamente en la gloria de su impresionante biografía.

Desde su juventud había acumulado honores y distinciones. Tras comenzar muy joven en el cuerpo de Migueletes, a los 26 años ya había sido condecorado con dos laureadas de San Fernando y ascendido a coronel por sus acciones heroicas en la primera guerra carlista. Fue gobernador militar de Madrid y Barcelona, capitán general de Puerto Rico y temible, para sus adversarios, diputado en Cortes. Siempre hombre de acción, el episodio que le procuró mayor fama de valiente tuvo lugar en la guerra de Marruecos, durante la batalla de Castillejos (1860). Allí recogió del suelo la bandera que portaba un alférez muerto, y enarbolándola condujo a sus tropas contra el enemigo, peleando por la conquista de un cerro que sería definitivo en el curso de la contienda. A su regreso fue recompensado con el título de marqués de Castillejos, con grandeza de España.

Político liberal y progresista, en septiembre de 1868 encabeza la revolución que destrona a Isabel II. Convencido de que la forma del Estado debe seguir siendo la monarquía pero contrario a que continúen los Borbones en el trono, se ocupa afanosamente en buscar un rey que dé inicio a una nueva dinastía. Desde el principio se muestra partidario de Amadeo de Saboya, hijo de Víctor Manuel, rey de Italia. Este empeño del general levantó chispas a su alrededor. Numerosos grupos de poder muestran su descontento. Le proponen otros candidatos y le crecen enemigos encarnizados, incluso entre sus compañeros revolucionarios, que consideran que ha traicionado la revolución proponiendo la restauración de la monarquía.

Pero Prim permanece firme en su determinación y no teme enfrentarse a las derechas ni a la Iglesia presentando para la corona de España al hijo de un rey que se ha enfrentado al Papa. Tampoco teme decepcionar a los que pensaban en el mantenimiento de la legitimidad monárquica proponiendo a Alfonso, el hijo de Isabel II, a quien aristócratas y servidores isabelinos llamaban ya "Alfonso XII". Tenía una solución original para el Estado que pensaba imponer, a pesar del disgusto de los exaltados de uno y otro bando.

Por eso eran muchos los que, por distintas razones, estaban de acuerdo con el periodista revolucionario Paul y Angulo, que escribió por aquellos días: “A Prim hay que matarle en la calle como a un perro”. Se sospecha que el héroe de Castillejos fue víctima de una amplia conjura, con varios atentados alternativos que habrían sido activados en caso de que hubiera fallado el primero. Detrás estarían gentes de distinto e incluso enfrentado signo político pero que coincidían en lo fundamental: querían que la muerte de Prim obligara a Amadeo a renunciar al trono.

Detalle de un retrato de Amadeo de Saboya.Después de recibir los disparos en la calle del Turco, el general comprendió desde el primer momento que su vida estaba en grave riesgo. Así lo había manifestado a los que le rodeaban. Así, afirmó que, aunque le sobraba espíritu, le faltaba la resistencia material. Adivinó que su situación era desesperada, y su muerte inevitable. “El rey viene, y yo me voy”, se lamentó.

Murió a las 8,45 del 30 de diciembre, tras una larga agonía. El suceso provocó gran consternación entre las buenas gentes de todo el país. En Albacete, al paso del rey recién llegado, miles de gargantas proclamaron: “¡Viva el rey Amadeo, que es el hijo del general Prim!”. Apenas se conoció el óbito se sucedieron los pésames y honores. El cadáver fue embalsamado por el doctor Simons “por el sistema de inyección” para que fuera expuesto durante tres días en la madrileña Basílica de Atocha de Madrid.

Se le preparó un entierro suntuoso; el ataúd, que corrió por cuenta de los miembros de la “Tertulia progresista”, fue el de mayor lujo conocido hasta entonces, superando ampliamente el que se dispuso para el duque de Valencia. El primer carruaje que siguió al cortejo fúnebre fue el mismo en que recibió las heridas que le llevaron al sepulcro.

La viuda recibió un anónimo que podría ser de los asesinos. Decía así: “Nos hallamos muy satisfechos del éxito de nuestra obra, y la continuaremos sin descanso”. Entre tanto, la investigación se perdió por vericuetos impenetrables, entre instrumentos de un fanatismo insensato y mercenarios de intereses muy concretos. Los tentáculos de la conjura se revelaron agobiantes y los criminales no fueron hallados: ni los que ordenaron la muerte ni los que la ejecutaron.

Himno de Riego.

Espartero.

Juan Álvarez Mendizábal.


Hijo de Rafael Álvarez Montañés, comerciante, y de Margarita Méndez, aprendió idiomas modernos y recibió formación comercial en el negocio de su padre. Durante la Guerra de la Independencia, sirvió en el Ejército del Centro y, habiendo sido capturado en dos ocasiones, logró fugarse en ambas. El 21 de febrero de 1812 se casó con Teresa Alfaro y desde entonces decidió cambiar su segundo apellido, Méndez, por Mendizábal, para ocultar el origen al parecer judío de los Méndez, según la opinión más generalizada, por más que en 1811, siendo Ministro de Hacienda del Ejército del Centro, firmaba ya sus documentos como Mendizábal, tal y como se puede encontrar en el Archivo Histórico Provincial de Albacete, por lo que su nombradía como Mendizábal le precedía antes de casarse.

Entró en contacto con Vicente Bertrán de Lis, del que aceptó un empleo, pasando poco después a ser socio suyo. Comisario de guerra honorario en 1817. Desde 1819 se encarga de los suministros del ejército de Andalucía, lo que le permite prosperar y le pone en contacto con los revolucionarios liberales, convirtiéndose en uno de ellos. Fue masón del "Taller Sublime" de Cádiz junto a Francisco Istúriz y Antonio Alcalá Galiano. Adelantó dinero (que se hizo pagar) para la conspiración de Rafael del Riego y se unió a su tropa desde el 27 de enero hasta el 4 de marzo de 1820. Se dedica por entonces a la importación de carey de Birmingham para fabricar peines. Durante la marcha de las Cortes a Cádiz en 1823, Mendizábal organizó el traslado y avitualló lo que quedaba del ejército y se encargó también de la intendencia de la Cádiz sitiada. El 30 de septiembre de ese año escapó a Gibraltar. Condenado a muerte por el absolutista Fernando VII como tantos otros, marchó emigrado a Londres, donde ingresó en prisión por deudas, aunque pronto logró salir a flote negociando la importación de vinos españoles. Allí consolidó una gran red de amigos y socios que en el futuro le resultarían muy útiles. Sus negocios le llevaron a Francia al menos en 1828 y en 1830.

Intervino en la financiación de la expedición de Vera en 1830 de acuerdo con Ardouin y otros financieros. Después intervino también en la financiación y organización de la guerra civil portuguesa, en el bando liberal, por supuesto. También financió una fuerza militar en Bélgica. En 1834 el conde de Toreno le invitó a volver a España y fue nombrado ministro de Hacienda el 15 de junio de 1835, alcanzando la Presidencia del Gobierno en lugar de Toreno el 25 de septiembre. Aunque estaba implicado en la "revolución de las juntas", negociaba semisecretamente también con la Junta de Andújar, la de Barcelona, con Istúriz, Alcalá Galiano, Argüelles y el Conde de las Navas.

El partido mendizabalino no era popular, a pesar de la fama que le dieron los decretos desamortizadores del 19 de febrero y 8 de marzo de 1836, la llamada Desamortización de Mendizábal, que pasó las propiedades improductivas y en poder de la iglesia y las órdenes religiosas, no a manos del pueblo, como era la intención de Mendizábal, sino a las manos de la oligarquía terrateniente, con lo que se evitó la formación de una clase media o burguesía que realmente enriqueciera al país y no siguiera ocupando latifundios improductivos. El procedimiento seguido para evitar que las propiedades pasaran al pueblo fue el subastar las propiedades en grandes bloques que los pequeños propietarios no podían costear. Mendizábal no gestionó el desarrollo del proyecto, pues la reina gobernadora le depuso el 15 de mayo de 1836, menos de un año después de llegar al poder, aunque volvió a ser ministro de Hacienda con Calatrava después de la Revolución de 1836.

Otra reforma importante fue la redención de quintas, con la que daba oportunidad a los burgueses de pagar si no querían que sus hijos fuesen al servicio militar y por concluyente a la guerra. Lo que favorece a las clases poderosas y da un paso atrás en el pensamiento liberal porque ya no habría igualdad entre individuos.

Ya en 1835 había sido elegido Mendizábal procurador por Gerona, pero en 1836 lo fue por Barcelona, Granada, Pontevedra, Málaga, Cádiz y Madrid (eligió Cádiz), lo que da idea de su poder. De nuevo en 1836-1837 y en 1838-1839 fue diputado por Madrid. En 1839, elegido diputado por Madrid, Albacete y Murcia, optó por Murcia. Lo fue por Madrid en 1840; en 1841 lo fue también, aunque fue elegido también por Albacete, Ávila, Murcia, Cádiz y Toledo. Cuando se debatió la regencia por la minoría de edad de Isabel II, se declaró en favor de la regencia triple contra Espartero, esto es, militó en el bando de los "Trinitarios". Representó a Madrid en la primera legislatura de 1843 y ese año volvió a ser ministro de Hacienda, pero la contrarrevolución le hizo huir a Francia y no regresó hasta 1846. Todavía fue diputado por Madrid entre 1846 y 1850.

La ley Sarkozy también nos alcanza.

En plena mascarada pre-LISI ya decíamos que votar lo de siempre sólo te devolverá más de lo mismo.

Con unos y otros falseando sobre el canon lo dijimos: no te representan. Para ver cosas nuevas hay que hacer cosas nuevas. Lo dijo Lichtenberg hace dos siglos. Si quieres ver políticas nuevas no puedes votar lo de siempre.

La comisión europea (a la que no nos dejan votar) quiere que las operadoras avisen a los usuarios que descarguen contenidos de internet (El Mundo). Para ello han eliminado la enmienda 138 introducida al Paquete telecom, que exigía la intervención judicial ante este tipo de situaciones. La ley Sarkozy quiere extenderse a toda costa, también al sur de los pirineos. Y el cifrado no servirá de nada.

Por estos lares aún sería necesaria la intervención judicial, pero todos hemos visto cómo las gasta el Ministro de la SGAE, Sr. Molina. Y todos sabemos que no será el PP (que ya quería el año pasado eliminar la copia privada), ni IU (cuya portavoz en propiedad intelectual también es pro-SGAE) quienes solucionen esto. Y el problema es que todo esto no va sobre música y gente bajando cosas en casa.

Tras toda arquitectura de información se esconde una estructura de poder. La internet libre y distruida tiene una arquitectura informacional que destruye su poder, por eso la quieren cambiar.

Está claro que después de sembrar, hay que recoger la cosecha. El artisteo siembra en campaña electoral apoyando a unos partidos políticos que tienen miedo de lo que internet representa. También los ISP llevan tiempo cortejando al gobierno.

Tantos apoyos quieren tener sus frutos cuanto antes. Y el gobierno no duda en darle todo en bandeja a un culturetariado despótico y a unas operadoras que están radicalmente en contra de la neutralidad de la red.

¿Y qué gana el gobierno? El gobierno gana la interposición de controles. La herramienta que impida que bajes música impedirá que te comuniques de cualquier otra forma. En la sociedad digital, los Estados quieren tener la red bajo control. Con las comunicaciones bajo control y los usuarios bajo vigilancia, la sociedad digital libre se parecería aterradoramente a la sociedad de control.

¿Quieren que les diga qué pienso? Pienso que esta Europa da asco?

Qué significa la insistencia del gobierno en implantar los tres avisos.( Enrrique Dans).

De nuevo, una iniciativa parlamentaria e infinidad de globos sonda nos acercan a la evidente intención de nuestro gobierno de importar la iniciativa Sarkozy de implantar el sistema de “tres avisos” para quienes descarguen de la red obras sujetas a derechos de propiedad intelectual.

La insistencia en este tema por parte del gobierno me parece sumamente significativa, y me parece interesante plantearse cómo debe ser interpretada, qué quiere decir. A estas alturas parece claro que la táctica para obtener sus fines consiste en la “saturación”: dirigir una ingente cantidad de iniciativas a través de múltiples vías legislativas, que va desde proposiciones no de ley hasta enmiendas introducidas con una total falta de transparencia, para conseguir que alguno de los torpedos alcance su objetivo. Esta táctica la hemos podido ver aplicada con suma intensidad a nivel de legislación europea, donde la enorme complejidad del sistema lo favorece: cuestiones como la patentabilidad del software, por ejemplo, han llegado ya a ser discutidas en una gran cantidad de ocasiones, levemente reformateadas y vueltas a resucitar por la incansable acción de los lobbies implicados en el tema, tan incansables como si su sueldo dependiese de ello.

En mi modesto entender, el significado de esta insistencia en la ley de los tres avisos significa lo siguiente:

1. Al gobierno le traen sin cuidado las libertades más básicas de sus ciudadanos. Cuestiones como el secreto de las comunicaciones, la inviolabilidad del domicilio, el derecho a una comunicación libre, la protección de los datos personales o el derecho a la información de todos los españoles le resultan completamente secundarias cuando se trata de defender los derechos de propiedad intelectual de unos pocos interesados. Claro está, todo hay que decirlo, los ciudadanos no entonamos himnos de apoyo con el dedo puesto sobre la ceja en plena campaña electoral. A lo meor si en las próximas elecciones lo hacemos, conseguimos un gobierno dispuesto a defender nuestros intereses, y no solo los de unos pocos.
2. El gobierno considera creación cultural únicamente aquella proveniente de los autores representados por determinadas asociaciones y lobbies. Según su interesada y retorcida visión, la suya es la única cultura, lo único que merece la pena, y lo que tiene que ser remunerado con un pseudoimpuesto arbitrario que vulnera las normas más elementales del derecho y del sentido común llamado canon.
3. Los derechos de propiedad intelectual se encuentran en fase de intensa redefinición, algo que hasta las mismas discográficas empiezan a entender repensando su modelo de negocio. Sin embargo, esto al gobierno le trae completamente al fresco: prefiere defender hasta la muerte el negocio de la venta de copias, confundir interesadamente dicha defensa con la defensa de la cultura, y criminalizar indebidamente a un muy importante porcentaje de la población.
4. Que los jueces insistan en considerar perfectamente lícita la descarga para usos no lucrativos o que los ministros de cultura europeos rechacen el método de los tres avisos es algo que al gobierno ni le inmuta. Prefiere escuchar la voz de los lobbies de la propiedad intelectual de nuestro país y actuar servilmente a su dictado. ¿Cómo se puede seriamente discutir la implantación del sistema de tres avisos para penalizar algo que los jueces insisten que no es delito en nuestro país?
5. Para proteger al negocio de venta de copias, y ante la insistencia de los jueces en considerarlo legal de manera contraria a sus intereses, el gobierno no dudará en nombrar otras autoridades competentes capaces de tomar decisiones sobre qué vulnera o no vulnera según ellos los derechos de propiedad intelectual, en convertir en ciberpolicías a las empresas de telecomunicaciones, o en vulnerar completamente un principio tan básico como la neutralidad de la red. O por supuesto, en pasar por encima de la Constitución.
6. Si el ministro de cultura defiende al lobby de los derechos de autor, y el de industria está dispuesto a entregar a las empresas de telecomunicaciones la neutralidad de la red, ¿quién defiende los intereses de los ciudadanos?

Control de internet por parte de los gobiernos.

El gobierno apunta al control de internet

El gobierno apunta a la implantación de una ley de tres avisos "a lo Sarkozy", por la que los proveedores de internet deberán espiar las comunicaciones de los ciudadanos y advertir del corte de la conexión - que menoscabaría su derecho a la información - a los que compartan material sometido a los derechos de autor. El último FICOD ha servido para escenificar el poder del lobby de la industria de los contenidos exigiendo el control de internet para maximizar sus ingresos y a los representantes del gobierno más dispuestos que nunca a cumplir - sea cual sea el precio - sus deseos, empezando por una campaña vergonzosa de propaganda financiada por todos al servicio de la SGAE.

El Gobierno baraja que las operadoras avisen a usuarios que descargan contenidos protegidos.
BRUSELAS.- El secretario de Estado de Telecomunicaciones, Francisco Ros, explicó que el Gobierno está estudiando cómo mejorar la protección de la propiedad intelectual en Internet y no descartó introducir reformas legales para que los operadores de telecomunicaciones puedan mandar avisos a los usuarios si descargan contenidos protegidos, de alguna manera inspiradas en el ejemplo de Francia, que prevé tres comunicaciones al usuario y la desconexión si es 'reincidente'.
En estos momentos, la legislación española establece que para realizar este tipo de actuación o desconectar a los internautas que realicen actividades ilícitas "hay que pasar por el juez", recordó el secretario de Estado.

Al ser preguntado por si esto seguirá siendo así en el futuro o se dará a los operadores el poder de cortar el servicio, Ros explicó que hay que estudiar "si se establecen procedimientos de comunicación a los usuarios, porque antes de cortar hay toda una serie de medidas que se pueden llevar a la práctica como informar o comunicar".

Resaltó que es necesario garantizar una "seguridad adecuada" de los derechos de los creadores y que al mismo tiempo los internautas "tienen que tener unas libertades de uso que también hay que respetar". "El equilibrio nos parece que se puede conseguir", aseguró.

En todo caso, dijo que es necesario adoptar una solución en el seno de la UE porque las soluciones individuales "no tienen posibilidades de llevarse a la práctica".

"Lo que estamos todos es, teniendo en cuenta la gran cantidad de información que se intercambia, ver cuál es la mejor manera de proteger los derechos de los usuarios sin entrar en cercenar los derechos de los usuarios a la privacidad y al uso de Internet", concluyó.
Para "reducir el nivel de conflictividad"

En una nota del Ministerio de Industria, se aclara que "se ha eliminado de la propuesta finalmente aprobada la mención a la no responsabilidad de los operadores de comunicaciones electrónicas por las vulneraciones de los derechos de propiedad intelectual, no porque no se esté de acuerdo con ello, sino para reducir el nivel de conflictividad del conjunto del 'paquete telecom' al tratarse de un tema que no tenía por qué ser objeto del mismo".

El Consejo de Telecomunicaciones aprobó la reforma del sector y dejó fuera la famosa enmienda 138, aprobada por el Parlamento, en la que se exigía que cualquier decisión de cortar la conexión a un usuario que se descargue contenidos protegidos debía pasar por un juez.

Ello significa que, de momento, cada Estado miembro puede seguir aplicando la legislación nacional. El texto debe pasar todavía por la segunda lectura de la Eurocámara.

Conviene recordar que Comisión Europea también se mostró recientemente en contra de otorgar 'poderes policiales' a las operadoras de Red.

El sueño de la razón produce monstruos.

Juan Crisóstomo de Arriaga.


Nació en España,Bilbao, en su casa del n.° 51 de la calle Somera (actual n.° 12). Fue bautizado el mismo día en la parroquia de los Santos Juanes. Era el octavo hijo, aunque tres habían muerto ya cuando él nació. Allí su padre, Juan Simón de Arriaga, organista en Berriatúa, le enseñó los fundamentos de la música. Su talento le lleva a convertirse en alumno de Faustino Sanz, renombrado violinista. A los 11 años ya compone y representa obras en las sociedades musicales de Bilbao, hasta el punto de que con posterioridad fue llamado «el Mozart español» y «el Mozart vasco».

A los 15 años su padre decide que continúe su formación en el Conservatorio de París, donde estudia violín con Pierre Baillot, armonía con François-Joseph Fétis y contrapunto con Luigi Cherubini. En dicho conservatorio fue nombrado profesor auxiliar de Fetís en 1824. Murió en París con 20 años, a consecuencia de una enfermedad pulmonar.
Su obra, de la cual sólo se habían editado los cuartetos, cayó en el olvido hasta que a finales del siglo XIX, dentro del movimiento del nacionalismo musical vasco, se convirtió en un mito más por su inmenso potencial que por sus obras terminadas. En su nativa Bilbao se construyó un teatro que lleva su nombre (Teatro Arriaga) y se levantó un monumento en su honor.

Su música se puede relacionar con Haydn y con el primer Beethoven. Tras su muerte, con algunos informes de Fétis como único material biográfico confiable, la historia de la vida de Arriaga fue mitificada y se le quisieron encontrar semejanzas con Mozart, tales como que nació exactamente 50 años después y llevó el mismo nombre (Juan Crisóstomo, como Johannes Chrysostomus Wolfgangus), aunque la coincidencia no es extraña, ya que por esa época se solía bautizar a los niños con el nombre del santo del día de su nacimiento; una de las festividades de San Juan Crisóstomo se celebraba el 27 de enero. También se le encontró una pareja precocidad, pues tocaba el violín a los 3 años y compuso su primera ópera a los 13.
De su producción sinfónica se han conservado las Oberturas Op. 1, Op. 20 y la Obertura para su ópera en dos actos Los esclavos felices, cuyo libreto escribió el célebre dramaturgo Luciano Francisco Comella. Aunque se compuso entera, es todo lo que ha quedado de ella. Su catálogo orquestal se completa con la Sinfonía en Re mayor.

Sin duda la obra más famosa de Arriaga son los tres cuartetos de cuerda, única obra que vio publicada en vida.

Otra parte importante de su producción es la obra para voz y orquesta que también comprende arias, cantatas y música religiosa, entre la que destaca su Stabat Mater para dos tenores bajos y orquesta.

Escribió asimismo algunas pequeñas piezas y estudios para piano y para violín.

Juan Crisóstomo de Arriaga.

Nació en España,Bilbao, en su casa del n.° 51 de la calle Somera (actual n.° 12). Fue bautizado el mismo día en la parroquia de los Santos Juanes. Era el octavo hijo, aunque tres habían muerto ya cuando él nació. Allí su padre, Juan Simón de Arriaga, organista en Berriatúa, le enseñó los fundamentos de la música. Su talento le lleva a convertirse en alumno de Faustino Sanz, renombrado violinista. A los 11 años ya compone y representa obras en las sociedades musicales de Bilbao, hasta el punto de que con posterioridad fue llamado «el Mozart español» y «el Mozart vasco».

A los 15 años su padre decide que continúe su formación en el Conservatorio de París, donde estudia violín con Pierre Baillot, armonía con François-Joseph Fétis y contrapunto con Luigi Cherubini. En dicho conservatorio fue nombrado profesor auxiliar de Fetís en 1824. Murió en París con 20 años, a consecuencia de una enfermedad pulmonar.
Su obra, de la cual sólo se habían editado los cuartetos, cayó en el olvido hasta que a finales del siglo XIX, dentro del movimiento del nacionalismo musical vasco, se convirtió en un mito más por su inmenso potencial que por sus obras terminadas. En su nativa Bilbao se construyó un teatro que lleva su nombre (Teatro Arriaga) y se levantó un monumento en su honor.

Su música se puede relacionar con Haydn y con el primer Beethoven. Tras su muerte, con algunos informes de Fétis como único material biográfico confiable, la historia de la vida de Arriaga fue mitificada y se le quisieron encontrar semejanzas con Mozart, tales como que nació exactamente 50 años después y llevó el mismo nombre (Juan Crisóstomo, como Johannes Chrysostomus Wolfgangus), aunque la coincidencia no es extraña, ya que por esa época se solía bautizar a los niños con el nombre del santo del día de su nacimiento; una de las festividades de San Juan Crisóstomo se celebraba el 27 de enero. También se le encontró una pareja precocidad, pues tocaba el violín a los 3 años y compuso su primera ópera a los 13.
De su producción sinfónica se han conservado las Oberturas Op. 1, Op. 20 y la Obertura para su ópera en dos actos Los esclavos felices, cuyo libreto escribió el célebre dramaturgo Luciano Francisco Comella. Aunque se compuso entera, es todo lo que ha quedado de ella. Su catálogo orquestal se completa con la Sinfonía en Re mayor.

Sin duda la obra más famosa de Arriaga son los tres cuartetos de cuerda, única obra que vio publicada en vida.

Otra parte importante de su producción es la obra para voz y orquesta que también comprende arias, cantatas y música religiosa, entre la que destaca su Stabat Mater para dos tenores bajos y orquesta.

Escribió asimismo algunas pequeñas piezas y estudios para piano y para violín.

"Vuelva usted mañana (artículo del Bachiller)"


Gran persona debió de ser el primero que llamó pecado mortal a la pereza. Nosotros, que ya en uno de nuestros artículos anteriores estuvimos más serios de lo que nunca nos habíamos propuesto, no entraremos ahora en largas y profundas investigaciones acerca de la historia de este pecado, por más que conozcamos que hay pecados que pican en historia, y que la historia de los pecados sería un tanto cuanto divertida. Convengamos solamente en que esta institución ha cerrado y cerrará las puertas del cielo a más de un cristiano.
--Permitidme, monsieur Sans-délai --le dije entre socarrón y formal--, permitidme que os convide a comer para el día en que llevéis quince meses de estancia en Madrid.
--¿Cómo?
--Dentro de quince meses estáis aquí todavía.
--¿Os burláis?
--No por cierto.
--¿No me podré marchar cuando quiera? ¡Cierto que la idea es graciosa!
--Sabed que no estáis en vuestro país activo y trabajador.
--¡Oh!, los españoles que han viajado por el extranjero han adquirido la costumbre de hablar mal [siempre] de su país por hacerse superiores a sus compatriotas.
--Os aseguro que en los quince días con que contáis, no habréis podido hablar siquiera a una sola de las personas cuya cooperación necesitáis.
--¡Hipérboles! Yo les comunicaré a todos mi actividad.
--Todos os comunicarán su inercia.

Conocí que no estaba el señor de Sans-délai muy dispuesto a dejarse convencer sino por la experiencia, y callé por entonces, bien seguro de que no tardarían mucho los hechos en hablar por mí.

Amaneció el día siguiente, y salimos entrambos a buscar un genealogista, lo cual sólo se pudo hacer preguntando de amigo en amigo y de conocido en conocido; encontrámosle por fin, y el buen señor, aturdido de ver nuestra precipitación, declaró francamente que necesitaba tomarse algún tiempo; instósele, y por mucho favor nos dijo definitivamente que nos diéramos una vuelta por allí dentro de unos días. Sonreíme y marchámonos. Pasaron tres días: fuimos.

--Vuelva usted mañana --nos respondió la criada--, porque el señor no se ha levantado todavía.
--Vuelva usted mañana --nos dijo al siguiente día--, porque el amo acaba de salir.
--Vuelva usted mañana --nos respondió al otro--, porque el amo está durmiendo la siesta.
--Vuelva usted mañana --nos respondió el lunes siguiente--, porque hoy ha ido a los toros.
--¿Qué día, a qué hora se ve a un español? Vímosle por fin, y Vuelva usted mañana --nos dijo--, porque se me ha olvidado. Vuelva usted mañana, porque no está en limpio.

A los quince días ya estuvo; pero mi amigo le había pedido una noticia del apellido Díez, y él había entendido Díaz y la noticia no servía. Esperando nuevas pruebas, nada dije a mi amigo, desesperado ya de dar jamás con sus abuelos.

Es claro que faltando este principio no tuvieron lugar las reclamaciones.

Pepe botellas.(apodo José Bonaparte ).

meninas.

Pintura de goya oscura.

La Primera Guerra Carlista.


La Primera Guerra Carlista fue una guerra civil que se desarrolló en España entre 1833 y 1840 entre los partidarios del infante Carlos María Isidro de Borbón, conocidos como carlistas y de un régimen absolutista, y los de Isabel II, denominados cristinos por apoyar a la regente María Cristina de Borbón, cuyo gobierno fue originalmente absolutista moderado, y acabó convirtiéndose en liberal para obtener el apoyo popular.
La guerra la planteó Carlos María Isidro, hermano de Fernando VII, por la cuestión sucesoria, ya que había sido el heredero al trono durante el reinado de su hermano Fernando VII, debido a que éste, tras tres matrimonios, carecía de descendencia. Sin embargo, el nuevo matrimonio del rey y el embarazo de la reina abren una nueva posibilidad de sucesión.

En marzo de 1830, seis meses antes de su nacimiento, el rey publica la Pragmática Sanción de Carlos IV aprobada por las Cortes de 1789, que dejaba sin efecto el Reglamento de 10 de mayo de 1713 que excluía la sucesión femenina al trono hasta agotar la descendencia masculina de Felipe V. Se restablecía así el derecho sucesorio tradicional castellano, recogido en Las Partidas, según el cual podían acceder al trono las hijas del rey difunto en caso de morir el monarca sin hijo varones.

No obstante, Carlos María Isidro, no reconoció a Isabel como princesa de Asturias y cuando Fernando murió el 29 de septiembre de 1833, Isabel fue proclamada reina bajo la regencia de su madre. María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, y Carlos en el Manifiesto de Abrantes mantuvo sus derechos dinásticos, llevando al país a la Primera Guerra Carlista.

La cuestión dinástica no fue la única razón de la guerra. Tras la Guerra de la Independencia, Fernando abolió la Constitución de 1812, pero tras el Trienio Liberal (1820-1823), Fernando VII no volvió a restaurar la Inquisición, y en los últimos años de su reinado permitió ciertas reformas para atraer a los sectores liberales, que además pretendían igualar las leyes y costumbres en todo el territorio del reino eliminando los fueros y las leyes particulares, al tiempo los sectores más conservadores se agrupaban en torno a su hermano Carlos.
El campo y las pequeñas ciudades del País Vasco y Navarra apoyaron mayoritariamente al pretendiente Carlos debido a su tradicionalismo, gracias al apoyo que le dio el bajo clero local. Muchos autores han especulado con la posibilidad de que la causa carlista en el País Vasco y Navarra fuese fundamentalmente foralista. No existe consenso en este análisis, puesto que otros autores rebaten esta interpretación, haciendo la principal razón del apoyo vasconavarro al influjo del clero en la sociedad.

En Aragón y Cataluña se vio como una oportunidad de recuperar sus derechos forales, perdidos tras la Guerra de Sucesión Española. La jerarquía eclesiástica se mantuvo ambigua, aunque una parte importante del clero (como por ejemplo el famoso Cura Merino) se unió a los carlistas.

En el otro bando, los liberales y moderados se unieron para apoyar a María Cristina y a su hija Isabel. Controlaban las principales instituciones del Estado, la mayoría del ejército y todas las ciudades importantes. Los liberales recibieron apoyo del Reino Unido, Portugal y Francia en forma de créditos para el tesoro y de fuerzas militares. Los británicos enviaron la Legión Auxiliar Británica, cuerpo de voluntarios al mando del general George Lacy Evans, en tanto que la Royal Navy realizaba funciones de bloqueo. Los portugueses enviaron una división auxiliar bajo el mando del Barón das Antas y los franceses la Legión extranjera francesa además de colaborar en el control de la frontera y de las costas españolas.

Mariana Pineda.


Mariana de Pineda Muñoz, más conocida como Mariana Pineda, fue una heroína española que luchó por la causa liberal en el siglo XIX.

Nace en Granada el 1 de septiembre de 1804 y muere ejecutada por garrote vil en la misma ciudad, el 26 de mayo de 1831, a la edad de 26 años.

En 2006, el Gobierno de la Unión Europea rindió homenaje y le otorgó su nombre a la entrada principal del Parlamento Europeo, como símbolo de la aportación española a la lucha por los derechos y libertades en Europa. También en el Congreso de los Diputados, en Madrid, figura su nombre junto a los de otros españoles héroes de la libertad.
nfancia

Hija de la humilde María de los Dolores Muñoz Bueno y de Mariano de Pineda y Ramírez, noble nacido en Guatemala en 1754, capitán de navío ya retirado (coronel, según otras fuentes, si bien capitán de navío es una graduación de Marina que equivale a coronel) y treinta años mayor que ella. Se instalaron en Sevilla en un primer momento, donde nació su primera hija, Luisa Rafaela, aunque no llegarían a casarse por sus diferencias sociales y quizás por las presiones familiares. Finalmente acaban instalándose en Granada, en la Carrera del Darro, en 1803, donde muere Luisa, pero nace Mariana el 1 de septiembre de 1804. Su nombre completo era: Mariana Rafaela Gila Judas Tadea Francisca de Paula Benita Bernarda Cecilia de Pineda Muñoz.

En 1806, María de los Dolores rompe la relación sentimental, quedando la hija con sólo dos años de edad bajo la custodia de su padre, que fallece un año después, pasando entonces, durante un tiempo, al cuidado de su tío José, descrito como solterón, achacoso y ciego.

Finalmente queda bajo la responsabilidad de unos amigos de la familia, José de Mesa y Úrsula de la Presa, que se convertirán en su familia y le proporcionarán una educación cuidada según la época.
Temprana juventud

Mariana era una chica rubia, de piel muy blanca y ojos azules, que, con tan sólo 14 años, conoce a un militar ya retirado y con mala salud, Manuel Peralta Valte, firme partidario del bando liberal. Para evitar en lo máximo las críticas, se casa rápidamente al año siguiente, el día 9 de octubre de 1819, y el 31 de marzo del año siguiente nace su primer hijo. Enviuda tres años después, en 1822, aunque ya con dos hijos a su cargo.

Comprometida también con la causa liberal, empieza a involucrarse cada vez más en contra de los partidarios del absolutismo y del rey Fernando VII.

En Granada existía un fuerte contraste entre las decenas de edificios religiosos y la amplia presencia liberal; por ejemplo los condes de Teba, desterrados de Galicia por liberales, y que acogían en su nueva residencia a los enemigos del absolutismo, entre ellos a Pineda.

De ella se enamoró un joven que más tarde sería ministro de Hacienda y uno de los más ricos del país, José de Salamanca y Mayol, conocido como marqués de Salamanca. Sin embargo no fue correspondido; prefirió a otro militar liberal, Casimiro Brodett, pero sin embargo no consiguió licenciarse por su alineación liberal y la boda se frustró.

La lucha entre liberales y absolutistas se recrudece; en 1828 una gran conspiración conllevó una oleada de arrestos y ajusticiamentos en los liberales. Pineda afronta la situación con actitud militante; es uno de los cómplices de la huida de prisión de su primo, el capitán Fernando Álvarez de Sotomayor, destacado liberal condenado a muerte a causa del levantamiento de los ejércitos de Andalucía contra el rey en 1820 promovido por el general Rafael de Riego. Consigue introducir un hábito completo de fraile y unas barbas postizas, con la que se fuga por la única puerta de su celda, y aunque todos dan por hecho que es la principal cómplice, los absolutistas no pueden juntar pruebas en su contra. También colabora ayudando a presos, sirviendo de enlace con exiliados desde Gibraltar o sirviendo su casa de refugio a gente comprometida, pese a estar sometida a estrecha vigilancia de la policía.

Pineda había conocido a otro hombre, José de la Peña y Aguayo, que muchos años después también llegaría a ministro de Hacienda del reinado de Isabel II, relación que dio como fruto una hija, a la que sólo reconoció en su testamento.
Ajusticiamiento
Mariana Pineda en capilla obra del pintor Juan Antonio Vera Calvo en 1862, cuadro que se conserva en el Congreso de los Diputados.
Estatua en honor a Mariana Pineda en Granada.

En 1831, en un registro de su casa, Ramón Pedrosa y Andrade, comisionado especial para las causas de conspiración contra la Seguridad del Estado, una especie de policía política, requisa una bandera de dos metros por uno aproximadamente, hecha en tafetán morado, en la que había cosido un triángulo verde, los dos colores del concepto de Oriente masónico y en la que se había bordado en hilo rojo el lema liberal Igualdad, libertad y ley. Aunque erróneamente se le atribuyó como bandera nacional según su propia leyenda, su significado político fue el mismo. Es arrestada, acusada de conspiración o insurrecta, e inmediatamente encarcelada.

En una de sus reuniones en Gibraltar se le había encargado coser y tejer la bandera, pero como ella no sabía bordar, encargó la tarea a dos criadas. Una de ellas tenía relaciones con un clérigo liberal y vio el bordado, víctima de su propia devoción partidista advirtió a su padre realista, el doctor Julián Herrera, que moderase su fervor absolutista ya que la revolución era inminente. Este lo denunció y Pedrosa, detrás de Pineda durante muchos años, la detuvo bajo arresto domiciliario mientras obligaba a esconder la bandera en la casa para que la policía obtuviera así la prueba del delito.

Intenta escapar disfrazada de anciana, pero es detenida de nuevo y encerrada en el convento de Santa María Egipciaca de Granada, que utilizado originariamente para rehabilitar prostitutas había degenerando en una cárcel común para mujeres. Durante el juicio, Pedrosa, quien se le había insinuado, enamorado o confundido por la libertad sentimental de Pineda, intenta convencerla de que delate a sus cómplices a cambio de perdonarla, pero ella se niega:
Nunca una palabra indiscreta escapará de mis labios para comprometer a nadie. Me sobra firmeza de ánimo para arrostrar el trance final. Prefiero sin vacilar una muerte gloriosa a cubrirme de oprobio delatando a persona viviente..

Finalmente, en un juicio lleno de irregularidades, Fernando VII firma su sentencia de muerte en base al artículo número 7 del decreto de 1 de octubre de 1830:
Toda maquinación en el interior del reino para actos de rebeldía contra mi autoridad soberana o suscitar conmociones populares que lleguen a manifestarse por actos preparatorios de su ejecución, será castigada en los autores y cómplices con la pena de muerte.

Dos meses después de su arresto y al conocer la sentencia, Mariana exclama:
El recuerdo de mi suplicio hará más por nuestra causa que todas las banderas del mundo.

En la víspera, escribió un testamento y una carta a sus hijos para decirles que moría dignamente por la Libertad y la Patria, pero fueron requisados por subversivos. Antes de acostarse, debían cambiarle el vestido para evitar que escondiera nada, lo cual aceptó si, tras su muerte, lo picaban con unas tijeras para evitar que desnudaran el cadáver para quitarle el vestido. Sin embargo rechazó que le quitaran las ligas para evitar que se ahorcara antes, y aunque aceptó el cambio de vestido no aceptó quitarse las medias: Jamás consentiré ir al patíbulo con las medias caídas.

El 26 de mayo es conducida a la Plaza del Triunfo donde es ajusticiada públicamente mediante el brutal garrote vil.
"Heroína de la libertad"

Su ejecución no solo pretendía castigar a los liberales, sino castigar también la participación de la mujer en la vida política y social en la convulsa España del siglo XIX, lo que la convirtió en una mártir para los liberales y en un símbolo popular de la lucha contra la falta de libertades hasta el siglo XX, en España más concretamente hasta la irrupción de la dictadura franquista. La biógrafa Antonina Rodrigo ha encontrado romances sobre Mariana en países como Argentina o Italia.

En 1925, el poeta de Granada Federico García Lorca termina la obra dramática homónima basada en su historia (Mariana Pineda, romance popular en tres estampas), que estrenará dos años más tarde en el Teatro Goya de Barcelona la compañía de Margarita Xirgu, y dando posteriormente a conocer aún más a esta figura histórica que ya se había recogido popularmente en la calle.

El 1 de septiembre de 2004, se inauguró en su última residencia, en la calle Águila, una placa conmemorativa:

Rafael de Riego.


Rafael de Riego (Tuña, Tineo, Asturias, 24 de octubre de 1785 – Madrid, 7 de noviembre de 1823) fue un general español y político liberal. Dio nombre al famoso himno decimonónico, más tarde adoptado por la II República, conocido como Himno de Riego.
Biografía

Nació en el seno de una familia nobiliaria, aunque de poca fortuna. Tras graduarse en la Universidad de Oviedo en 1807, se trasladó a Madrid, donde se alistó en la Guardia de Corps. Con la invasión francesa de España, en abril de 1808, el general Murat le envió prisionero a El Escorial, de donde logró escapar. Se fugó hacia Asturias en donde su padre había sido nombrado miembro de la Junta Suprema de Asturias.

Iniciada la Guerra de la Independencia, el 8 de agosto de 1808 fue nombrado capitán en la división del general Acevedo, y al poco tiempo fue nombrado su ayudante. El 10 de noviembre de 1808 tomó parte en la batalla de Espinosa de los Monteros (Burgos), en la que las tropas españolas sufren una importante derrota.

Intentando proteger y salvar la vida del general Acevedo, fue hecho prisionero el 13 de noviembre de 1808, siendo deportado a Francia, donde conoció las teorías liberales más radicales. Posteriormente fue liberado, trabando contacto en Francia con la masonería. Viajó también por Inglaterra y Alemania, y en 1814 retornó a España, reincorporándose al ejército con el rango de teniente coronel. Juró la Constitución de 1812 ante el general Lacy antes de que fuera derogada por Fernando VII.

Durante los seis años de gobierno absolutista de Fernando VII, se unió a la masonería. Posteriormente conspiró o planeó, junto a otros liberales, para reinstaurar la Constitución de 1812.
Casa natal del General Riego en Tuña

la resistencia en Andalucía, en calidad de General en Jefe del III Cuerpo de Ejército, haciendo frente a los franceses, pero el 15 de septiembre fue traicionado, abandonado por sus tropas, y tomado prisionero en Arquillos (Jaén). Se le trasladó a Madrid. Aquí pidió perdón y clemencia al rey y a todos aquellos a los que había ofendido por sus posibles crímenes liberales, en una carta mandada y publicada por la Gaceta de Madrid. Pero todo fue en vano y fue declarado culpable como reo, de alta traición, por ser uno de los diputados que había votado por la incapacitación del rey. El 7 de noviembre de 1823 Rafael de Riego, hundido moral y físicamente fue arrastrado en un serón hacia el patíbulo situado en la Plaza de la Cebada en Madrid y ejecutado, entre los insultos de la misma población madrileña que poco antes le había aclamado.
Escudo de armas del General Riego en su casa natal

Su figura es el máximo exponente de los defensores de las libertades civiles en España convirtiéndose en el mártir por excelencia de la represión política recibida hacia estas causas de carácter liberal.

Actualmente su retrato es uno de los que se pueden ver en las Cortes Generales, junto con otros cuadros como la jura de la Constitución de 1812. En 1987 una calle de Castilleja de Guzmán recibió su nombre al parecer por haberse hospedado en esta localidad en una de sus visitas a Sevilla.