Enola Gay


Enola Gay fue el bombardero B-29 que lanzó la primera bomba atómica utilizada durante la segunda guerra mundial sobre la ciudad japonesa de Hiroshima, el 6 de agosto de 1945. La bomba fue bautizada como Little Boy. El Enola Gay, uno de los 15 bombarderos B-29 modificados para lanzar bombas atómicas, despegó de Tinian, un islote de las islas Marianas. El nombre del avión era el de la madre del piloto, el coronel Paul Tibbets (Enola Gay de Gordon Thomas y Max Morgan-Witts). Tres días más tarde, otro B-29, el Bockscar, lanzó una segunda bomba atómica, Fat Man sobre Nagasaki. Little Boy y Fat Man han sido las únicas armas nucleares utilizadas contra ciudades.

El Enola Gay ha sido completamente restaurado y actualmente se expone en un hangar del Centro Steven F. Udvar-Hazy del Museo Nacional del Aire y el Espacio, del Smithsonian, cerca del Aeropuerto Internacional Washington-Dulles (Virginia).

Tripulantes.
Los doce tripulantes del bombardero el día 6 de agosto de 1945 eran:

* Coronel Paul Tibbets (piloto)
* Capitán Robert Lewis (copiloto)
* Mayor Thomas Ferebee (artillero)
* Capitán Theodore Van Kirk (navegante)
* Teniente Jacob Beser (contramedidas electrónicas)
* Capitán William "Deak" Parsons (encargado de lanzar la bomba)
* Segundo teniente Morris R. Jeppson (ayudante del encargado de lanzar la bomba)
* Sargento Joe Stiborik (radar)
* Sargento George Caron (ametralladora de cola)
* Sargento Robert Shumard (ayudante del ingeniero de vuelo)
* Soldado Richard Nelson (radio)
* Sargento Wayne Duzenberry (ingeniero de vuelo)

Anécdotas.
* El nombre del avión (propiedad de Robert Lewis) fue puesto sin su permiso.
* La expresión sorpresiva del capitán Robert Lewis: Dios mío. ¿Qué hemos hecho?
* Orchestral Manoeuvres in the Dark (OMD) editó una canción en el año 1980 titulada "Enola Gay" en clara referencia al ataque de Hiroshima.
* Podemos encontrar al hijo del militar que se encargó del repostaje del Enola Gay, es uno de los guías del Museo Aeroespacial Nacional de Smithsonian.[cita requerida]
* La banda alemana de Heavy Metal Grave Digger tiene un tema llamado " Drop The Bomb (Enola Gay)" en su álbum "Wargames" de 1986.
* Iron Maiden hace referencia a este avión bombardero en su tema "Tailgunner" de su álbum "No Prayer For The Dying", de 1990.
* Andrés Calamaro tiene una canción llamada "Enola Gay" en la producción "El Salmón", de 2000.[1]
* Rush tiene la canción Manhattan Project donde en el último verso se hace mención al Bombardero (The pilot of enola gay / Flying out of the shockwave).
* Hay un personaje en la película Waterworld llamado Enola (aunque no tiene que ver con la bomba pues Enola es la escritura revertida -bifronte o semipalíndromo- de Alone -"solo" en inglés-, el argumento posapocalíptico de la película recuerda con este personaje al citado avión).
* Massacre tiene la canción Sembrar Sembrar donde hace mencion al bombardero.
* El grupo Rimmel tiene la canción en castellano "Enola Gay", editada en 1986.
* El grupo Thrash Metal noruego Witchhammer tiene la canción titulada Enola Gay, de el album "1487" del año 1990

Churchill en La Palma


El Cabildo de La Palma conmemorará hoy jueves el 50 aniversario de la visita de Winston Churchill a la isla con la inauguración de una exposición fotográfica de la efeméride y la celebración de una conferencia, según informó en una nota la Corporación insular.

El 24 de febrero de 1959, el que fuera primer ministro británico desembarcó en el puerto de Santa Cruz de La Palma, donde llegó a bordo del yate Christina, propiedad del magnate griego Aristóteles Onassis, quien lo acompañara durante esa jornada de visita a la isla.

Desde el Cabildo de La Palma se ha organizado la celebración de una conferencia, que será impartida hoy en el Salón Noble de la Casa Principal de Salazar, a partir de las 19.30 horas, por el doctor en Derecho y parlamentario regional, Miguel Cabrera Pérez-Camacho.

Del mismo modo, podrá ser visitada una exposición fotográfica con diferentes instantáneas de los momentos vividos por Churchil en la isla, y se descubrirá una placa conmemorativa de la efeméride, que posteriormente será instalará en la Estación Marítima de Santa Cruz de La Palma una vez concluyan las obras de ampliación de la misma.

Monte Cassino

Reunión de Franco y Hitler en Hendaya -1940

Fotos costa de Gallegos




Fotos costa de Gallegos




Joaquín Sorolla


Cuando apenas contaba con 2 años de edad, fallecieron sus padres de una epidemia. Al quedar huérfanos, su hermana Eugenia y él, su tía Isabel, hermana de su madre, y su marido, de profesión cerrajero, los acogieron. Pasados los años intentaron enseñarle, en vano, el oficio de la cerrajería, advirtiendo pronto que su verdadera vocación era la pintura.

En 1874 empezó a estudiar en la Escuela Normal Superior donde le aconsejaron que también se matricularse en las clases nocturnas de dibujo en las Escuelas de Artesanos, en Valencia. En ésta última recibió, en 1879, una caja de pinturas y un diploma como premio «por su constante aplicación en el dibujo de figura». Ese mismo año, a la par que trabajaba en el taller de su tío, ingresó en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Carlos, en la que estudió junto a pintores como Manuel Matoses, Benlliure o Guadalajara.

Fue en la Academia de San Carlos donde conoció a otro alumno, Juan Antonio García, hermano de la que más tarde acabaría siendo su esposa, Clotilde García. En 1880 consiguió una Medalla de Plata por su obra Moro acechando la ocasión de su venganza en la exposición de la sociedad El Iris.
Defensa del Parque de Artillería de Monteleón, obra que le valdría una medalla de la Exposición Nacional, y donde Sorolla muestra los últimos momentos de Pedro Velarde.

Al acabar su formación, comenzó a enviar sus obras a concursos provinciales y exposiciones nacionales de bellas artes, como la de Madrid en mayo de 1881, donde presentó tres marinas valencianas que pasaron sin pena ni gloria pues no encajaban con la pintura oficial, de temática histórica y dramática. Al año siguiente, estudió la obra de Velázquez y otros autores en el Museo del Prado, etapa Realista, de la que era su profesor Gonzalo Salva. Por fin, en 1883, consiguió una medalla en la Exposición Regional de Valencia y, en 1884, alcanzó la gloria al conseguir la Medalla de Segunda Clase en la Exposición Nacional gracias a su obra Defensa del Parque de Artillería de Monteleón, obra melodramática y oscura hecha expresamente para la exposición; tal y como le dijo a un colega suyo: “Aquí, para darse a conocer y ganar medallas, hay que hacer muertos.”

Cosechó otro gran éxito en Valencia con su obra El crit del palleter sobre la Guerra de la Independencia. De esta manera, fue pensionado por la Diputación Provincial de Valencia para viajar a Roma donde, a la vez que trabajaba, conoció el arte clásico y renacentista, así como los grandes museos, contactando, además, con otros artistas.

Con su amigo el pintor Pedro Gil se desplazó a París durante el primer semestre de 1885, viviendo de cerca la pintura impresionista que produjo en él, ya de regreso en Roma, variaciones en su temática y estilo, llegando a pintar el cuadro religioso El entierro de Cristo, con el que no tuvo el éxito esperado, donde se introduce en el Naturalismo y toma contacto con las vanguardias europeas, destacando las obras de los pintores John Singer Sargent, Giovanni Boldini y Anders Leonard Zorn.
Trata de blancas (1894). El autor ha de adaptarse al realismo social, dominante en los certámenes de la época. Para ello, mantiene su temática costumbrista, siendo los títulos los que aportarán la denuncia social.

En 1888 contrajo matrimonio con Clotilde García en Valencia, pero vivirían un año más en Italia, esta vez en la localidad de Asís. En 1889 se instalaron en Madrid y, en apenas cinco años, Sorolla alcanzó cierta fama y prestigio como pintor. En 1894 viajó de nuevo a París, donde desarrolló el luminismo, que sería característico de su obra a partir de ahora. Comenzó a pintar al aire libre, dominando con maestría la luz y combinándola con escenas cotidianas y paisajísticas de la vida mediterránea. En obras como La vuelta de la pesca, La playa de Valencia o Triste herencia, describió el sentimiento que producía la visión del mar Mediterráneo, comunicando el esplendor de una mañana de playa con un colorido vibrante y un estilo suelto y vigoroso. Con Triste herencia recibió, en 1900, el Grand Prix en el certamen internacional de París. Además siguió con su pintura de denuncia social que tantos éxitos le había reportado en los últimos años con obras como Y aún dicen que el pescado es caro (1895).

Por aquel entonces, Valencia le nombró hijo predilecto y meritorio, y le fue dado su nombre a una calle. Tras muchos viajes por Europa, principalmente Inglaterra y Francia, celebró una exposición en París con más de medio millar de obras, que le dio un reconocimiento internacional inusitado, conociéndose su obra pictórica por toda Europa y América. Expuso su obra en Nueva York en 1909 y cosechó un éxito sin precedente alguno, con obras como Sol de tarde o Nadadores, entre muchas otras. También lo hizo, en 1911, en el Museo de Arte de San Luis y en el Art Institute de Chicago.

En noviembre de ese mismo año, firmó un encargo para la Hispanic Society of America por el que realizaría catorce murales que decorarían las salas de la institución: se conocen como Visión de España. Con esta obra realizada entre 1913 y 1919, de tres metros y medio de alto por setenta metros de largo, alzó un imborrable monumento a España, pues en ella se representaban escenas características de diversas provincias tanto españolas como portuguesas. Necesitó de casi todo 1912 para viajar por todo el territorio, realizando bocetos y trabajos de costumbres y paisajes. De esta tarea destacan los óleos pintados en 1916 dedicados a niños y mujeres en las playas de Valencia, donde predomina la libertad de pincelada y la luz de su tierra. Algunos ejemplos son Madre e hija o Pescadora valenciana.
Chicos en la playa, Museo del Prado.

Otra importante faceta suya fue la de retratista, de figuras importantes como fueron Juan Ramón Jiménez, el rey Alfonso XIII, Vicente Blasco Ibáñez, Ortega y Gasset, etc.
Patio de la casa Sorolla, Madrid, 1917 (Colección Carmen Thyssen-Bornemisza).

También, en 1914, había sido nombrado académico y, cuando terminó los trabajos para la Hispanic Society, trabajó como profesor de composición y color en la Escuela de Bellas Artes de Madrid. Su pintura representó la aplicación directa del luminismo al paisaje y la figura, acercando por tanto esta tendencia a la sociedad de la época. Su principal discípulo, seguidor del luminismo, fue Teodoro Andreu.

En 1920, mientras pintaba el retrato de la señora Pérez de Ayala en el jardín de su casa en Madrid, padeció un ataque de hemiplejía que mermó drásticamente sus facultades físicas y mentales. Murió en su casa de Cercedilla el 10 de agosto de 1923.

Las Hurdes, Tierra Sin Pan



VISITA DEL REY DON ALFONSO XIII A LAS HURDES



La visita Real de S.M. el Rey Don Alfonso XIII a la zona de las Hurdes, en el año 1922, marca uno de los acontecimientos notables de la villa de Granada, ya rozando los últimos años de su existencia.

Unos años antes de esta fecha, Su Majestad el rey D. Alfonso prometió en Salamanca, y ante una comisión de La Esperanza de Las Urdes, visitar esta antaño pobre región.

Posteriormente, y unos meses antes de dicha visita, el monarca quedó hondamente impresionado con la lectura de la Memoria publicada por los doctores Marañón, Goyanes y Hoyos sobre el problema sanitario de Las Urdes. Así pues, decidió bajar hasta las humildes cuevas hurdanas para ver de llevar consuelo y remedios a las miserias de estos sus pobres súbditos.

Salió la regia comitiva del Palacio de Oriente para las Urdes, por la Puerta de Aravaca, el dia 22 de junio de 1922 a las ocho de la mañana. La formaban los siguientes autos, en este orden de marcha: Uno, con la escolta de la Guardia Civil. Otro con el Rey, el Ministro de la Gobernación Martínez Anido y el Secretario de Su Majestad, señor Duque de Miranda. Otro, con el ayudante del Rey, señor Obregón y con el doctor Varela. Otro, con el doctor Marañón y los representantes de la prensa madrileña, señores Mora y Campúa, hijo. Y otro con la servidumbre de Palacio.

Por Ávila pasaron a las diez de la mañana, y por el empalme de la carretera de Piedrahíta, en Sorihuela, a las once. Poco después, al coronar el auto del Rey la cima del Puerto de Vallejera, quedaba el Soberano agradablemente sorprendido ante la belleza del paisaje de las serranías de Béjar. Y de ella no cesó de hacer elogios en todo el trayecto hasta la Fuente de La Tejera, en el término de Hervás, donde Su Majestad hizo alto para almorzar en pleno campo.

Terminado el almuerzo, el Rey conversó con un mozo de Hervás, Matías Jorro, cabo de Húsares de la Princesa y licenciado por heridas en la guerra de África. Don Alfonso recordó haber visto a Matías en el hospital de Sevilla. Le dio un cigarrillo y le ofreció influir para que en su dia entrara en el Cuerpo de Carabineros como deseaba. El vecindario de Hervás aclamó al Monarca al reanudar la marcha.

Y al pasar por Aldeanueva, el pueblo en masa también ovacionó en toda la calle de la carretera, que estaba adornada con arcos y colgaduras. Frente a Oliva y Villar de Plasencia pararon los autos a las dos de la tarde y se organizó la comitiva a caballo para la Zarza, Granadilla y El Casar. ¡El calor entonces era terrible!.
Se agregaron en este punto al séquito real el señor Conde de la Romilla, diputado a Cortes por el distrito, su administrador señor Rodríguez, el diputado provincial señor Monforte, el ingeniero jefe de Montes de la provincia señor Pérez Argemí, el teniente coronel, el capitán de la guardia civil y la escolta de caballería de este benemérito cuerpo.

Y a pesar de lo duro de la jornada, el Rey la hizo marchando siempre sonriente un par de cuerpos de caballo delante de su acompañamiento, en mangas de camisa, como el turista más avezado a recorrer aquellos campos. ¡Y era de ver la admiración y el entusiasmo que esta llaneza y resistencia física del Soberano despertaban en las gentes de los pueblos!.



A Granadilla, 22 kilómetros de cabalgata, llegó la comitiva a las tres y media. En la Puerta de la Villa esperaba al rey todo el vecindario con el ayuntamiento a la cabeza aclamándolo el cuanto lo divisó. Al llegar a las puertas, el alcalde le dio la bienvenida y le presentó al hijo mayor del poeta Gabriel y Galán, al que el Monarca había pagado los estudios de Derecho en el Colegio de El Escorial.

Don Alfonso recordó que había conocido a nuestro malogrado poeta en el año 1904 en Salamanca, y habló de sus obras con el elogio debido a aquel gran maestro de la poesía contemporánea castellana.

Pidió Don Alfonso un vaso de agua, sirviéndoselo del ventorro inmediato, encendiendo a continuación un cigarrillo y acercándose con su caballo al castillo y Puerta de la Villa. Contempló y elogió la belleza de estos históricos monumentos militares y recomendó al ayuntamiento los conservara por el valor artístico y de turismo que hoy tienen.

Y después de este corto descanso, el rey, seguido de su séquito, echó camino adelante por la barranca del río hacia el puente del Alagón.

A las cinco y cuarto llegaba el Rey al Casar de Palomero, después de dos pequeños altos en Pesga y Mohedas, donde el vecindario le aclamó entusiásticamente

Francisco Ferrer Guardia


De familia muy católica, Ferrer reaccionó como anticlerical e ingresó en la logia masónica Verdad de Barcelona. Fue enviado por su familia a trabajar a Barcelona, donde entró como aprendiz en un comercio de harinas en el distrito de Sant Martí de Provençals, cuyo dueño le inscribió en clases nocturnas y le inició en los ideales republicanos. De formación autodidacta, estudió a fondo la doctrina de Francisco Pi y Margall y las tesis internacionalistas.

En 1883 entra a trabajar como revisor en la línea de ferrocarril Barcelona-Cervere, lo que aprovecha para ejercer de enlace con Ruiz Zorrilla, de cuyo Partido Republicano Progresista era militante. Apoyó en 1886 el pronunciamiento militar del general Villacampa, partidario de Ruiz Zorrilla, cuya finalidad era proclamar la República, pero al fracasar éste tuvo que exiliarse en París, acompañado de Teresa Sanmartí, con la que tuvo tres hijos. Subsistió dando clases de castellano y ejerciendo como secretario sin sueldo de Ruiz Zorrilla. Hasta la década de 1890 continuó siendo republicano, pero a partir de entonces comienza un viraje hacia el anarquismo. Participó en 1892 en el Congreso Universal de Librepensamiento organizado en Madrid (también conocido como Congreso Librepensador Madrid de 1892) por la Federación Internacional de Librepensamiento (con sede en Bruselas)[2] [3]

En 1893 se separa y en 1899 se casa con Leopoldine Bonnard, maestra librepensadora, con la que recorre Europa. En este tiempo aprovechó para concebir los conceptos educativos anarquistas que luego aplicaría en España en sus proyectos y conoce a un grupo de anarquistas y anarcosindicalistas (Jean Grave, Jean Jaurés, Federico Urales o Anselmo Lorenzo), que le influyen decisivamente en su pensamiento. Una cuantiosa herencia (un millón de francos) de una antigua alumna, Ernestina Meunier, hizo posible que pudiera llevar a cabo su proyecto en la ciudad de Barcelona, donde inaugura en agosto de 1901 la Escuela Moderna, un proyecto práctico de pedagogía libertaria, que le acarreó la enemistad con los sectores conservadores y con la Iglesia Católica, que veían en estas escuelas laicas una amenaza a sus intereses. La Escuela Moderna promovida por Ferrer funciona intermitentemente en Barcelona desde 1901 hasta 1909, período en el cual se clausura repetidas veces y sufre la persecución de los sectores políticos y religiosos más conservadores de la ciudad. Tuvo escolarizados a más de un centenar de niños de ambos sexos, practicándose así la coeducación, algo inédito en aquellos tiempos, complementándose con la publicación de un boletín, charlas y Universidad Popular para los adultos, recitales y teatro. En sus aulas no se impartían enseñanzas religiosas pero sí científicas y humanistas, se fomentaba la no competitividad, el pensamiento libre e individual (es decir no condicionado), el excursionismo al campo, y el desarrollo integral del niño. Durante todo el primer tercio del siglo XX, decenas de escuelas, ateneos libertarios y universidades populares seguirían los planteamientos ferrerianos de la Escuela Moderna.
Lápida en el cementerio de Montjuic

Gran partidario de la huelga como arma revolucionaria editó a su costa el periódico La Huelga General, hasta que en 1906 Mateo Morral, traductor y bibliotecario de su centro educativo, perpetró el atentado frustrado contra Alfonso XIII. Esto tuvo como consecuencia para Ferrer el cierre y varios meses de encarcelamiento acusado de complicidad, al término de los cuales fue absuelto. Intentó volver a abrir la Escuela Moderna, pero no le fue posible y al año siguiente se trasladó a Francia y a Bélgica; en este último país fundó la Liga Internacional para la Educación Racional de la Infancia, cuyo presidente honorario era Anatole France. En 1908 edita la revista de la Liga L'Ecole rénovée en Bruselas, pero posteriormente la traslada a París, donde retoma la actividad de su editorial y continúa editando el boletín de la Escuela Moderna.

En 1909 se encuentra en Barcelona y es detenido, acusado de haber sido el instigador de la revuelta conocida como la Semana Trágica. Una revuelta anticlerical, tras la cual Ferrer, debido a sus pocas amistades estratégicas y su antigua vinculación con Mateo Morral, fue declarado culpable ante un tribunal militar y a las 9 de la mañana del 13 de octubre de 1909 fue fusilado en el foso de Santa Amalia de la prisión del Montjuïc.

A raíz del proceso y ejecución de Ferrer Guardia, The Times dijo: «Por negligencia o estupidez, el gobierno ha confundido la libertad de instrucción y conciencia, el derecho innato a razonar y expresar su pensamiento, con el derecho de oposición, asimilándolo a una agitación criminal»; Anatole France en carta abierta afirmaba: «Su crimen es el de ser republicano, socialista, librepensador; su crimen es haber creado la enseñanza laica en Barcelona, instruido a millares de niños en la moral independiente, su crimen es haber fundado escuelas»; y William Archer: «Toda la vida activa de Ferrer habría hecho menos daño al catolicismo español que el que le hace en la actualidad la mera mención de su nombre».
Durante la Guerra Civil, el Teatro Borràs de Barcelona llevó su nombre, junto al Aribau Club que, construido por los sindicalistas libertarios, se inauguró con el nombre de Durruti y el desaparecido cine Vergara, que se inauguró con el nombre de Ascaso, formando la denominada trilogía de los «mártires» de la causa anarquista, como indica la lápida construida en el Cementerio de Montjuic de Barcelona.

En la montaña de Montjuich de Barcelona existe un monolito y una estatua colocados en 1990 como reconocimiento público de la ciudad de Barcelona a Ferrer Guardia. Este monumento es una réplica del instalado en memoria del pedagogo anarquista en 1911 en Bruselas, exactamente en la Avenida Franklin Roosevelt, frente a la Universidad Libre de la capital belga.

Además, diversos emplazamientos públicos e instituciones culturales y educativas llevan su nombre, como el Instituto de Educación Secundaria Francesc Ferrer i Guàrdia de València.

Guerra de África.






Frank Lloyd Wright


En 1893 Wright se asoció con otro arquitecto por unos pocos años, hasta que en 1896 abrió su propio despacho de arquitectura. En estos años diseñó la Casa Winslow, en River Forest, Illinois, la primera de la famosa serie de viviendas de pradera. Se trata de casas unifamiliares, fuertemente integradas en su entorno. Las cubiertas sobresalen considerablemente de las fachadas y las ventanas forman una secuencia continua horizontal . El núcleo central de las viviendas lo constituye una gran chimenea, alrededor de la cual se disponen las estancias. Otras casas diseñadas en este estilo fueron, por ejemplo, la de Willitts, en Highland Park, Illinois, y la D. Martin, en Buffalo, Nueva York.

Wright creó un nuevo concepto respecto a los espacios interiores de los edificios, que aplicó en sus casas de pradera, pero también en sus demás obras. Wright rechaza el criterio existente hasta entonces de los espacios interiores como estancias cerradas y aisladas de las demás, y diseña espacios en los que cada habitación o sala se abre a las demás, con lo que consigue una gran transparencia visual, una profusión de luz y una sensación de amplitud y abertura. Para diferenciar una zona de la otra, recurre a divisiones de material ligero o a techos de altura diferente, evitando los cerramientos sólidos innecesarios. Con todo ello, Wright estableció por primera vez la diferencia entre "espacios definidos" y "espacios cerrados". Wright además estudió con gran atención la arquitectura maya y aplicó un estilo reminiscente maya a muchas de sus viviendas.

Obras más importantes:
Casa en Prairie Town:

Semana Trágica (España)

El contexto histórico [editar]

España inicia el año 1909 con Alfonso XIII como monarca y con Antonio Maura, del Partido Conservador, al frente del gobierno surgido de las elecciones celebradas el 21 de abril de 1907.

Políticamente, España, que no se ha recuperado del varapalo moral que supuso la pérdida, en 1898, de Cuba y Filipinas, sus últimas colonias de ultramar; vive inmersa en un sistema de alternancia de dos partidos políticos: el Partido Conservador y el Partido Liberal, que obtienen el gobierno por medio de unas elecciones totalmente controladas por medio del caciquismo, sistema electoral en el que de antemano se conoce el partido vencedor de las elecciones. En Cataluña el resultado de los partidos contendientes en las elecciones eran Solidaridad Catalana, liderada por Francesc Cambó, y la Unión Republicana de Alejandro Lerroux. El partido vencedor de las elecciones de 1907 resultó ser la burguesa y nacionalista Solidaridad Catalana que obtuvo 41 diputados de los 44 posibles.

Socialmente, los obreros españoles comienzan a tomar conciencia sindical y empieza a surgir el movimiento obrero en las zonas industriales y especialmente en Barcelona donde surge Solidaridad Obrera, una confederación sindical de socialistas, anarquistas y republicanos que nació como rechazo al acercamiento de Solidaridad Catalana al Partido Conservador de Maura.
El desencadenante [editar]

Tras la pérdida de Cuba y las Filipinas, España buscó una mayor presencia en el norte de África, logrando en el reparto colonial efectuado en 1904 y en la Conferencia Internacional de Algeciras de 1906, el control sobre la zona norte de Marruecos.

El 9 de julio de 1909 los obreros españoles que trabajaban en la construcción de un ferrocarril que uniría Melilla con las minas de Beni-Buifur, propiedad de una sociedad controlada por el conde de Romanones y el marqués de Comillas, fueron atacados por los cabileños de la zona. Este incidente, que constituirá el inicio de la Guerra de Marruecos que se extenderá hasta 1927, será utilizado por el Gobierno de Maura para iniciar el reclutamiento de tropas para asegurar el control del protectorado marroquí. Se ordena la movilización de los reservistas, medida muy mal acogida por las clases populares debido a la legislación de reclutamiento vigente que permitía quedar exento de la incorporación a filas mediante el pago de un canon de 6.000 reales, cantidad que no estaba al alcance del pueblo (el sustento diario de un trabajador ascendía en la época aproximadamente a 10 reales). Además la mayor parte de los reservistas eran padres de familia en las que la única fuente de ingresos era el trabajo de éstos.
El gobernador Evaristo Crespo Azorín entra en Barcelona el 6 de agosto de 1909, acompañado del general Santiago

El domingo 18 de julio, fecha del primer embarque previsto en el puerto de Barcelona, varias aristócratas barcelonesas intentan entregar a los soldados escapularios, medallas y tabaco, lo que provocó tumultos populares que se agravaron cuando llegan noticias de Marruecos sobre las numerosas bajas que se han producido en la zona de conflicto. En Madrid se acuerda una huelga general para el 2 de agosto, pero en Barcelona, Solidaritat Obrera decide actuar por sorpresa y fija un paro de 24 horas para el lunes 26 de julio el cual degenerará en la Semana Trágica.

El gobernador civil de Barcelona, Ángel Ossorio y Gallardo, dimitió de su cargo por oponerse a la declaración del estado de guerra en la ciudad, siendo sustituido por el abogado valenciano Evaristo Crespo Azorín.
Lunes, 26 de julio [editar]

La huelga general fue seguida mayoritariamente en Barcelona, Sabadell, Tarrasa, Badalona, Mataró, Granollers y Sitges, y se creó un comité de huelga para su coordinación y dirección. Las autoridades ordenaron la salida del ejército a la calle, que fue acogido por la población con gritos de ¡Viva el Ejército! y ¡Abajo la guerra!, y salvo incidentes muy esporádicos resultó una jornada pacífica.
Martes, 27 de julio [editar]

La llegada de noticias de Marruecos sobre el Desastre del Barranco del Lobo, donde perecieron 200-300 reservistas, en su mayor parte del contingente que salió de Barcelona el día 18 de julio, provocó el inicio de la auténtica insurrección con el levantamiento de barricadas en las calles.

La inicial protesta antibelicista se transforma en protesta anticlerical con el incendio de iglesias, conventos y escuelas religiosas. Este giro anticlerical de los amotinados tiene su causa en varios motivos muy arraigados en el proletariado urbano al ser la Iglesia Católica, a diferencia de los gobernantes o de los empresarios, la institución que estaba más en contacto con el pueblo, lo que daba lugar a fricciones continuas. Por ejemplo, la educación era impartida en escuelas controladas por la Iglesia y se inculcaba a los hijos de los obreros unos valores contrarios a la causa obrera; o los hospitales e instituciones de beneficencia estaban regentados por religiosos; o el impulso, por parte de la Iglesia, de los denominados sindicatos amarillos, opuestos al sindicalismo anarquista, mayoritario en la ciudad.

Se proclama el “estado de guerra” en la ciudad y la proclamación de la ley marcial, y comienzan los primeros disparos, en la zona de Las Ramblas, el ejército abandona la actitud pasiva mantenida hasta entonces y hace que se enconen aún más los ánimos.
Miércoles, 28 de julio [editar]

Barcelona amanece con numerosas columnas de humo procedentes de los edificios religiosos asaltados e incendiados. El comité de huelga se muestra incapaz de controlar a los obreros y la insurrección se desborda alcanzando esta su clímax ya que la ciudad no dispone de tropas con que hacer frente a los amotinados al negarse la guarnición y las fuerzas de seguridad a combatir a los huelguistas a quienes consideran sus compañeros.
Jueves, 29 de julio [editar]

La falta de una dirección efectiva hace que el motín popular inicie su declive. La única esperanza de los sublevados es que la situación se extienda al resto de la Península, lo cual no se produjo al actuar el Gobierno aislando Barcelona y difundiendo la noticia de que los sucesos de la ciudad tenían carácter separatista. Este mismo día llegan a Barcelona tropas de refuerzo procedentes de Valencia, Zaragoza, Pamplona y Burgos que finalmente dominan entre el viernes, 30 de julio, y el sábado, 31 de julio, los últimos focos de la insurrección.

Desastre de Annual


Antecedentes

El 12 de febrero de 1920 el general Manuel Fernández Silvestre tomó posesión del cargo de Comandante General de Melilla. Con la idea de llegar hasta la bahía de Alhucemas, centro de operaciones de la tribus rifeñas más belicosas, en enero de 1921 empezó el avance para acabar con la escasa resistencia existente. La empresa era arriesgada, ya que los soldados españoles, en su mayoría procedentes de reclutas forzosas, estaban muy poco entrenados, mal pagados y alimentados, pésimamente armados (con fusiles y artillería pesados y anticuados) y peor calzados (abarcas y alpargatas), se desmoralizaban enseguida y tenían verdadero pavor a los rifeños. Había asimismo serios problemas de corrupción tanto a nivel de intendencia y oficialidad como entre la tropa, que vendía sus propios fusiles y municiones a los rifeños.[cita requerida]

Sin embargo, entre mayo de 1920 y junio de 1921 Silvestre protagonizó un espectacular progreso, rápido e incruento: avanzó 130 kilómetros sobre el Rif en un total de 24 operaciones, estableciendo 46 nuevas posiciones sin apenas sufrir bajas;[1] ocupó Tafersit, adelantó el frente hasta el río Amekrán y obtuvo la sumisión de las cábilas de Beni Ulixek, Beni Said y Temsaman, llegando a acuerdos con sus cabecillas, ofreciéndoles dinero a cambio de su amistad. Todos en España creían que por fin se alcanzaría la bahía de Alhucemas y finalizaría la sangría de Marruecos.
Sello de Correos del Protectorado

Pero tal ilusión pronto se derrumbó de manera cruenta. Silvestre había cometido el error de no desarmar a las tribus rifeñas cuya lealtad había comprado y precisamente por esto, extendió mucho más de lo prudente sus líneas de abastecimiento. Las fuerzas de la comandancia de Melilla se distribuyeron entre nada menos que 144 puestos y pequeños fuertes o blocaos, a lo largo de 130 kilómetros de zona ocupada, con una parte de ellos dedicados, además, a tareas puramente burocráticas. Los blocaos se situaban siempre aprovechando los lugares altos, pero a pesar de que desde estas posiciones se podían dominar amplias zonas, normalmente no había agua, lo que obligaba a ir a por ella con reatas de mulas periódicamente, a veces a diario. La distancia entre estos emplazamientos era variable, de 20 a 40 kilómetros, según el terreno, y con fuerzas tan repartidas no era posible hacer frente de manera eficiente a un ataque del enemigo. Las condiciones de los soldados, ya de por sí malas, eran pésimas en los blocaos. Los suministros escaseaban, durante el día hacía mucho calor y por la noche mucho frío. Las ratas y los piojos eran habituales en fortificaciones y campamentos.

Así las cosas, en mayo de 1921, el grueso del ejército español estaba en el campamento base instalado en la localidad de Annual. Desde allí Silvestre esperaba realizar el avance final sobre Alhucemas. Entre Melilla y este campamento había tres plazas fuertes separadas unos 30 km entre sí, y en torno a él un anillo formado por otros pequeños fortines, cada uno con una guarnición que variaba entre 100 y 200 soldados. En la costa se habían ocupado las dos posiciones de Sidi Dris, cercana a la desembocadura del río Amekrán, y Afrau, algo más a retaguardia.

Hasta este punto apenas se había disparado un solo tiro, aunque se guardaban las distancias con las tribus hostiles, y en las pequeñas escaramuzas que se producían apenas si hubo algunas bajas.
La ocupación de Abarrán [editar]
Abd el-Krim

A finales de mayo, una delegación de la cabila de los Tensamán convenció a Silvestre para que cruzara el río Amerkan y estableciera una posición en el monte Abarrán, en contra de las órdenes de su jefe, el Alto Comisario de España en Marruecos, general Berenguer. Un contingente de 1.500 hombres, al mando del comandante Villar, llegó a la posición la mañana del 1 de junio de 1921, estableciendo una base fortificada. Al mando de la posición quedó el capitán Juan Salafranca Barrios, cuyas fuerzas consistían en la harka amiga de Tensamán, unos 200 policías indígenas y 50 soldados españoles, y Villar se volvió a Annual. Cuando los rifeños comenzaron el ataque a las 18:00, la harka de Tensamán se les unió, así como muchos de los policías rifeños. Los españoles sufrieron 141 bajas,[2] incluyendo a todos los oficiales, a excepción del teniente de artillería Diego Flomesta Moya, al que los rifeños dejaron vivo para que arreglase los cañones y les enseñase a usarlos, negándose a ello, lo mismo que a ser curado de sus heridas, y a comer, por lo que murió de hambre en cautividad el 30 de junio.[3]
Defensa de Sidi Dris [editar]

Decidido por el éxito, Abd el-Krim dirigió entonces sus tropas contra la posición costera Sidi Dris, a la que llegó la madrugada del día siguiente, 2 de julio. Sidi Dris fue asaltada durante 24 horas, siendo rechazados por la defensa realizada por el comandante Julio Benítez Benítez, que tuvo 10 heridos (él mismo incluido), por 100 rifeños muertos.[4]
Abd el-Krim gana adeptos [editar]

A pesar del fracaso de Sidi Dris, la toma de Abarrán demostró a los rifeños la vulnerabilidad de los españoles. Abd el-Krim no dudó en exhibir los cañones y el material tomados, convenciendo a los rifeños que unidos podrían derrotar a Silvestre y obtener un gran botín, de modo que en pocos días los efectivos de su harka pasaron de 3.000 a 11.000 hombres.

Silvestre, creyendo que se trataban de acciones aisladas, no adoptó ninguna medida especial. Ocupó en respuesta Igueriben el 7 de junio de 1921, manteniendo de ese modo una posición adelantada entre Izumma y Yebbel Uddia, con la idea de defender el campamento de Annual por el lado sur. Después marchó a Melilla, para entrevistarse con su superior, el Alto Comisario Berenguer, y solicitarle refuerzos, municiones, víveres para la población y dinero para comprar a los rifeños antes de iniciar la ofensiva final.
El desastre [editar]
La caída de Igueriben [editar]

El 17 de julio Abd el-Krim, antiguo funcionario de la Administración española en la Oficina de Asuntos Indígenas en Melilla, al mando de la cabila de los Beniurriagel (Ait Waryagar), y con el apoyo de las tribus cabileñas presuntamente aliadas de España, lanzó un ataque sobre todas las líneas españolas.

Igueriben, guarnecida por 350 hombres al mando del comandante Benítez, el defensor de Sidi Dris, no tardó en quedar sitiada. El 17 de julio Abd el-Krim inició el asalto, y la posición cayó el 22 de julio. Durante cinco días, y a pesar del esfuerzo heroico de tres columnas de refuerzo,[5] los españoles habían sido incapaces de auxiliar la posición de Igueriben, fracaso que hizo cundir la desmoralización entre las tropas de Annual.
La caída de Annual [editar]
Primeras informaciones del Desastre de Annual:

Entró el general (Silvestre) en Igueriben, y los rebeldes (que indudablemente vieron entrar el grupo y supusieron que se trataba de Silvestre) se lanzaron con premeditada táctica y con imponderable furia, logrando cercar. El general decidió la retirada, y con las fuerzas se retiró a Annual; pero bien pronto vio que el retroceso había sido inútil y que se imponía una retirada más completa de la primera línea.
Entonces lanzó mensajes radiofónicos a Tetuán y a Ceuta, que algún barco recogió y reexpidió a Madrid, declarando que se hallaba en situación desesperada y anunciando que, bajo su responsabilidad, ordenaba la evacuación de todas las posiciones avanzadas con la consigna de que las fuerzas se reunieran en el campamento de Dar-Drius. Se emprendió, pues, el repliegue general y, en su primera parte fue ordenado y, relativamente, con poco fuego; pero el enemigo, advertido del movimiento, se lanzó impetuosamente sobre algunas compañías peninsulares y sobre los grupos de Regulares. ¿Aguantaron todos estos con la debida cohesión? ¿Hubo vacilaciones o, lo que es peor, defecciones? Esto se aclarará en las informaciones. (...)
Terminaba el repliegue y el general Silvestre seguía en la posición Annual, cercada por los Beni Urriaguel. En persona fue ordenando el desfile de las últimas secciones. Parece que se le hicieron algunas indicaciones; pero se resistió a dejar aquel sitio.

Tras estos sucesos se concentó alrededor del campamento gran cantidad de fuerzas enemigas, mientras que la moral del ejército español caía por los suelos. Al comenzar el asedio de Igueriben había unos 3.100 hombres presentes en Annual. Al cabo de dos días se incorporaron 1.000 más, y dos días después llegaron otros 900 de refuerzo. Así pues, el 22 de julio Annual acogía a unos 5.000 hombres (3.000 españoles y 2.000 indígenas), con una fuerza de combate de 3 batallones y 18 compañías de infantería, 3 escuadrones de caballería y 5 baterías de artillería. Sobre ellos iban a lanzarse unos 18.000 rifeños[6] al mando de Abd el-Krim, armados con fusiles[7] y espingardas.

El campamento de Annual disponía de víveres para cuatro días y municiones para un día de combate, pero carecía de reservas de agua. El general Silvestre, consciente de la imposibilidad de defender la posición, acordó con sus oficiales la evacuación del campamento. Sin embargo, a las 3:45 del día 22 llegó un mensaje de radio del Alto Comisario Berenguer, prometiendo la llegada de refuerzos desde Tetúan. Una hora más tarde el general Silvestre comunicó de nuevo a Berenguer y al Ministro de la Guerra, Luis Marichalar y Monreal, su desesperada situación y su decisión de tomar urgentes determinaciones.

Al rayar el alba tuvo lugar una segunda reunión de oficiales, en la que Silvestre dudó entre la evacuación inmediata y la espera de la llegada de refuerzos. Las dudas se despejaron cuando se tuvieron noticias del avance de tres columnas rifeñas de unos 2.000 hombres cada una. Ante esta información, el general ordenó evacuar, anunciando su intención de replegarse a los fuertes de Ben Tieb y Dar-Drius, posición ésta última, que reunía las características para albergar gran cantidad de tropa y con el abastecimiento de agua muy fácil.

La retirada, cuidadosamente planificada, comenzó a las 11:00 horas: había dos convoyes, uno para retirar los mulos con la impedimenta, y otro para el grueso de la tropa, los heridos y el armamento pesado. Pero para entonces las alturas del norte, que dominaban los caminos de huida ya habían sido tomadas por los rifeños. La gran mayoría de los policías indígenas que las defendían se pasaron al enemigo, matando a sus oficiales españoles.[8]

De modo que cuando las tropas españolas abandonaron el campamento, comenzaron a recibir disparos. En ese momento comenzó el caos: los dos convoyes de evacuación se mezclaron sin ningún tipo de orden de hombres, mulos y material. En medio de la confusión, los oficiales perdieron el control de la situación. Sin nadie que cubriera su retirada, los hombres trataron de ponerse a cubierto de las balas corriendo hacia delante. Los carros, el material y los heridos comenzaron a ser abandonados; muchos oficiales escaparon ajenos a su deber, y la retirada ordenada no tardó en convertirse en una desbandada general bajo el fuego de los rifeños.

Algunos oficiales y unidades mantuvieron la calma y lograron ponerse a salvo con un número de bajas relativamente pequeño; pero, en su inmensa mayoría, los soldados salieron a la carrera y en completo desorden. El desastre pudo haber sido mayor si los Regulares al mando del comandante Llamas no hubiesen resistido en las alturas del sur. Ello dio tiempo a los huidos para pasar por el angosto paso de Izumar, evitando así una muerte segura a manos de los rifeños. Los Regulares se replegaron por escalones, retrocediendo monte a través en paralelo a la carretera, sin mezclarse con la riada de soldados en fuga.

Silvestre, que aún estaba en el campamento cuando comenzó el desastre, murió en circunstancias no esclarecidas, y sus restos nunca fueron encontrados. Mientras una versión dice que, al ver el desastre, fue a su tienda de campaña y se voló la cabeza, otra versión dice que fue abatido a tiros por los rifeños junto con el coronel Manella y varios oficiales que trataban de defenderse.

En las cuatro horas aproximadas que duró el desastre murió un total aproximado de 2.500 españoles, a los que hay que sumar los ocupantes, 1.500 en total, de las posiciones de Talilit, Dar Buymeyan, Intermedias B y C, Izumar, Yebel Uddia, Mehayast, Axdir Asus, Tuguntz, Yemaa de Nador, Halaun y Morabo de Sidi Mohamed, todos muertos. Quedaron 492 prisioneros españoles de los que sobrevivieron 326. Algunos de ellos fueron liberados al comienzo de la misión de rescate llevada a cabo, entre otros, por los miembros de la Delegación de Asuntos Indígenas Gustavo de Sostoa y Luis de la Corte Lujan; los demás cautivos fueron liberados finalmente el 27 de enero de 1923, tras las negociaciones llevadas a cabo con Abd el-Krim por parte de Horacio Echevarrieta, a cambio de 80.000 duros de plata.

Albert Einstein


Infancia

Nació en la ciudad alemana de Ulm, a unos cien kilómetros al este de Stuttgart, en el seno de una familia judía. Sus padres eran Hermann Einstein y Pauline Koch. Su padre trabajaba como vendedor, aunque posteriormente ingresó en la empresa electroquímica Hermann. Desde sus comienzos, demostró cierta dificultad para expresarse, por lo que aparentaba poseer algún retardo que le provocaría algunos problemas. Al contrario que su hermana menor, Maya, que era más vivaracha y alegre, albert era paciente y metódico y no gustaba de exhibirse. Solía evitar la compañía de otros infantes de su edad y a pesar de que como niños, también tenían de vez en cuando sus diferencias, únicamente admitía a su hermana en sus soledades. Cursó sus estudios primarios en una escuela católica; un periodo difícil que sobrellevaría gracias a las clases de violín que le daría su madre, (instrumento que le apasionaba y que continuó tocando el resto de sus días) y a la introducción al álgebra que le descubriría su tío Jakov.
Albert Einstein en 1893, a la edad de catorce años.

Su tío, Jacob Einstein, un hombre con gran incentiva e ideas, convenció al padre de Albert para que construyese una casa con un taller, en donde llevarían a cabo nuevos proyectos y experimentos tecnológicos de la época a modo de obtener unos beneficios, pero, debido a que los aparatos y artilugios que afinaban y fabricaban eran productos para el futuro, en el presente carecían de compradores y el negoció fracasó. El pequeño Albert, creció motivado entre las investigaciones que se llevaban a cabo en el taller y todos los aparatos que allí había. Además, su tío incentivó sus inquietudes científicas proporcionándole libros de ciencia. Según relata el propio Einstein en su autobiografía, de la lectura de estos libros de divulgación científica nacería un constante cuestionamiento de las afirmaciones de la religión; un libre pensamiento decidido que fue asociado a otras formas de rechazo hacia el Estado y la autoridad. Un escepticismo poco común en aquella época, a decir del propio Einstein. Su paso por el Gymnasium (instituto de bachillerato), sin embargo, no fue muy gratificante: la rigidez y la disciplina militar de los institutos de secundaria de la época de Bismarck le granjearon no pocas polémicas con los profesores: «tu sola presencia mina el respeto que me debe la clase», le dijo uno de ellos en una ocasión. Otro le dijo que «nunca llegaría a nada».

El colegio no lo motivaba, y aunque era excelente en matemáticas y física, no se interesaba por las demás asignaturas. A los 15 años, sin tutor ni guía, emprendió el estudio del cálculo infinitesimal. La idea, claramente infundada, de que era un mal estudiante proviene de los primeros biógrafos que escribieron sobre Einstein, que confundieron el sistema de calificación escolar de Suiza con el alemán (un seis en Suiza era la mejor calificación).

En 1894 la compañía Hermann sufría importantes dificultades económicas y los Einstein se mudaron de Múnich a Pavía en Italia cerca de Milán. Albert permaneció en Múnich para terminar sus cursos antes de reunirse con su familia en Pavía, pero la separación duró poco tiempo: antes de obtener su título de bachiller decidió abandonar el Gymnasium.

Entonces, la familia Einstein intentó matricular a Albert en el Instituto Politécnico de Zúrich (Eidgenössische Technische Hochschule) pero, al no tener el título de bachiller, tuvo que presentarse a una prueba de acceso que suspendió a causa de una calificación deficiente en una asignatura de letras. Esto supuso que fuera rechazado inicialmente, pero el director del centro, impresionado por sus resultados en ciencias, le aconsejó que continuara sus estudios de bachiller y que obtuviera el título que le daría acceso directo al Politécnico. Su familia le envió a Aarau para terminar sus estudios secundarios y Einstein obtuvo el título de bachiller alemán en 1896, a la edad de 16 años. Ese mismo año renunció a su ciudadanía alemana e inició los trámites para convertirse en ciudadano suizo. Poco después el joven Einstein ingresó en el Instituto Politécnico de Zúrich, matriculándose en la Escuela de orientación matemática y científica, con la idea de estudiar física.

Durante sus años en la políticamente vibrante Zúrich, descubrió la obra de diversos filósofos: Marx, Engels, Hume, Kant, Ernst Mach y Spinoza. También tomó contacto con el movimiento socialista a través de Friedich Adler y con cierto pensamiento inconformista y revolucionario en el que mucho tuvo que ver su amigo Michele Besso. En 1898 conoció a Mileva Maric, una compañera de clase serbia, también amiga de Nikola Tesla, de talante feminista y radical, de la que se enamoró. En 1900 Albert y Mileva se graduaron en el Politécnico de Zürich y en 1901 consiguió la ciudadanía suiza. Durante este período discutía sus ideas científicas con un grupo de amigos cercanos, incluyendo a Mileva, con la cual tuvo una hija en enero de 1902, llamada Liserl. El 6 de enero de 1903 la pareja se casó.

Juventud

Se graduó en 1900, obteniendo el diploma de profesor de matemáticas y de física, pero no pudo encontrar trabajo en la Universidad, por lo que ejerció como tutor en Winterthur, Schaffhausen y en Berna. El padre de su compañero de clase, Marcel Grossmann, le ayudó a encontrar un empleo fijo en la Oficina Confederal de la Propiedad Intelectual de Berna, una oficina de patentes, donde trabajó de 1902 a 1909. Su personalidad le causó también problemas con el director de la Oficina, quien le enseñó a "expresarse correctamente".

En esta época, Einstein se refería con amor a su mujer Mileva como «una persona que es mi igual y tan fuerte e independiente como yo». Abram Joffe, en su biografía de Einstein, argumenta que durante este periodo fue ayudado en sus investigaciones por Mileva. Esto se contradice con otros biógrafos como Ronald W. Clark, quien afirma que Einstein y Mileva llevaban una relación distante que le brindaba la soledad necesaria para concentrarse en su trabajo.

En mayo de 1904, Einstein y Mileva tuvieron un hijo de nombre Hans Albert Einstein. Ese mismo año consiguió un trabajo permanente en la Oficina de Patentes. Poco después finalizó su doctorado presentando una tesis titulada Una nueva determinación de las dimensiones moleculares, consistente en un trabajo de 17 folios que surgió de una conversación mantenida con Michele Besso, mientras se tomaban una taza de té; al azucarar Einstein el suyo, le preguntó a Besso:
«¿Crees que el cálculo de las dimensiones de las moléculas de azúcar podría ser una buena tesis de doctorado?».

En 1905 redactó varios trabajos fundamentales sobre la física de pequeña y gran escala. En el primero de ellos explicaba el movimiento browniano, en el segundo el efecto fotoeléctrico y los dos restantes desarrollaban la relatividad especial y la equivalencia masa-energía. El primero de ellos le valió el grado de doctor por la Universidad de Zúrich en 1906, y su trabajo sobre el efecto fotoeléctrico, le haría merecedor del Premio Nobel de Física en 1921, por sus trabajos sobre el movimiento browniano y su interpretación sobre el efecto fotoeléctrico. Estos artículos fueron enviados a la revista Annalen der Physik y son conocidos generalmente como los artículos del Annus Mirabilis (año extraordinario).
Albert Einstein en 1920.
Niels Bohr y Albert Einstein en 1925.

Madurez

En 1908 fue contratado en la Universidad de Berna, Suiza, como profesor y conferenciante (Privatdozent). Einstein y Mileva tuvieron un nuevo hijo, Eduard, nacido el 28 de julio de 1910. Poco después la familia se mudó a Praga, donde Einstein obtuvo la plaza de Professor de física teórica, el equivalente a Catedrático, en la Universidad Alemana de Praga. En esta época trabajó estrechamente con Marcel Grossmann y Otto Stern. También comenzó a llamar al tiempo matemático cuarta dimensión.

En 1913, justo antes de la Primera Guerra Mundial, fue elegido miembro de la Academia Prusiana de Ciencias. Estableció su residencia en Berlín, donde permaneció durante diecisiete años. El emperador Guillermo, le invitó a dirigir la sección de Física del Instituto de Física Káiser Wilhelm.[7]

El 14 de febrero de 1919 se divorció de Mileva y algunos meses después, el 2 de junio de 1919 se casó con una prima suya, Elsa Loewenthal, cuyo apellido de soltera era Einstein: Loewenthal era el apellido de su primer marido, Max Loewenthal. Elsa era tres años mayor que él y le había estado cuidando tras sufrir un fuerte estado de agotamiento. Einstein y Elsa no tuvieron hijos. El destino de la hija de Albert y Mileva, Lieserl, nacida antes de que sus padres se casaran o encontraran trabajo, es desconocido. De sus dos hijos, el primero, Hans Albert, se mudó a California, donde llegó a ser profesor universitario, aunque con poca interacción con su padre; el segundo, Eduard, sufría esquizofrenia y fue internado en una institución para tratamiento de las enfermedades mentales.

En los años 1920, en Berlín, la fama de Einstein despertaba acaloradas discusiones. En los diarios conservadores se podían leer editoriales que atacaban a su teoría. Se convocaban conferencias-espectáculo tratando de argumentar lo disparatada que resultaba la teoría especial de la relatividad. Incluso se le atacaba, en forma velada, no abiertamente, en su condición de judío. En el resto del mundo, la Teoría de la relatividad era apasionadamente debatida en conferencias populares y textos.[8]

Ante el ascenso del nazismo, (Adolf Hitler llegó al poder en enero de 1933), por lo que decidió abandonar Alemania en diciembre de 1932 y marchar con destino hacia Estados Unidos, país donde impartió docencia en el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, agregando a su nacionalidad suiza la estadounidense en 1940.
Para la camarilla nazi los judíos no son sólo un medio que desvía el resentimiento que el pueblo experimenta contra sus opresores; ven también en los judíos un elemento inadaptable que no puede ser llevado a aceptar un dogma sin crítica, y que en consecuencia amenaza su autoridad –por el tiempo que tal dogma exista– con motivo de su empeño en esclarecer a las masas.
La prueba de que este problema toca el fondo de la cuestión la proporciona la solemne ceremonia de la quema de libros, ofrecida como espectáculo por el régimen nazi poco tiempo después de adueñarse del poder.
Einstein. Nueva York. 1938.[9]

En Alemania, las expresiones de odio a los judíos alcanzaron niveles muy elevados. Varios físicos de ideología nazi, algunos tan notables como los premios Nobel de Física Johannes Stark y Philipp Lenard, intentaron desacreditar sus teorías.[10] Otros físicos que enseñaban la Teoría de la relatividad, como Werner Heisenberg, fueron vetados en sus intentos de acceder a puestos docentes.

Einstein, en 1939 decide ejercer su influencia participando en cuestiones políticas que afectan al mundo. Redacta la célebre carta a Roosevelt, para promover el Proyecto atómico e impedir que los «enemigos de la humanidad» lo hicieran antes: «puesto que dada la mentalidad de los nazis, habrían consumado la destrucción y la esclavitud del resto del mundo.»

Durante sus últimos años, Einstein trabajó por integrar en una misma teoría las cuatro Fuerzas Fundamentales, tarea aún inconclusa.

Muerte

El 17 de abril de 1955, Albert Einstein experimentó una hemorragia interna causada por la ruptura de un aneurisma de la aorta abdominal, que anteriormente había sido reforzada quirúrgicamente por el Dr. Rudolph Nissen en 1948. Tomó el borrador de un discurso que estaba preparando para una aparición en televisión para conmemorar el séptimo aniversario del Estado de Israel con él al hospital, pero no vivió lo suficiente para completarlo. Einstein rechazó la cirugía, diciendo: "Quiero irme cuando quiero. Es de mal gusto prolongar artificialmente la vida. He hecho mi parte, es hora de irse. Yo lo haré con elegancia." Murió en el Hospital de Princeton (Nueva Jersey) a primera hora del 18 de abril de 1955 a la edad de 76 años. Los restos de Einstein fueron incinerados y sus cenizas fueron esparcidas por los terrenos del Instituto de Estudios Avanzados de Princeton. Durante la autopsia, el patólogo del Hospital de Princeton, Thomas Stoltz Harvey[11] extrajo el cerebro de Einstein para conservarlo, sin el permiso de su familia, con la esperanza de que la neurociencia del futuro fuera capaz de descubrir lo que hizo a Einstein ser tan inteligente.

Abd el-Krim


Abd el-Krim era hijo de Abd al-Karim al-Jattabi –el orante-, un cadí, miembro del clan de los Ait Jattab que pertenecía a una noble familia llamada los boudchar (de donde procede el epíteto Al-Jattabi), una facción de la poderosa tribu de los Ait Waryagar o Beni Urriaguel. De su padre, jefe del clan, recibió una educación religiosa tras lo cual fue enviado a cursar bachillerato español en Tetuán y Melilla, después estudió derecho islámico en la mezquita Qarawiyyin de Fez, y más adelante derecho en la Universidad de Salamanca.

Sirvió a la administración colonial española como traductor y escribiente de árabe en la Oficina Central de Tropas y Asuntos Indígenas en Melilla, donde también trabajó para el periódico El Telegrama del Rif, en el que escribía un artículo diario en árabe.

Aún joven fue nombrado cadí, y a la edad de 32 años qādī al-qudāt, jefe de los cadíes. En 1915, ante las sospechas francesas de que colaboraba con los alemanes (son los años de la Gran Guerra) la apertura de un expediente dejó al descubierto sus verdaderos sentimientos contra el colonialismo. Fue enjuiciado y, aunque se dictaminó su absolución, el Alto Comisario se negó a ponerlo en libertad, permaneciendo encarcelado en el fuerte de Rostrogordo, de donde intentó fugarse, rompiéndose una pierna al descolgarse por la muralla.

No recobró la libertad hasta un año más tarde; el resentimiento provocado por la injusta condena le hace, al poco tiempo, retirarse a su cábila y comenzar a preparar la lucha contra el invasor. Para 1921 era ya el líder del movimiento anticolonial de Marruecos, y desde esa posición preparó la sublevación general del Rif; en Annual sus fuerzas derrotaron al ejército español, que se vio forzado a replegarse. Bajo el emirato de Abd el-Krim el Rif se organizó como territorio independiente.

Creó la denominada República del Rif, que no fue bien vista por los países europeos —con la excepción de Inglaterra, que contaba con razones estratégicas para avalar la decisión— por cuanto su finalidad era la expulsión de franceses y españoles del territorio rifeño y de todo Marruecos. Las potencias europeas se aliaron en su contra, y la contraofensiva conjunta, que comenzó el 8 de septiembre de 1925 con el desembarco de Alhucemas, bajo el mando del General Miguel Primo de Rivera, acabó con la derrota de la República en 1926.

Después de la derrota el líder rifeño fue vendido a los españoles por algunos guerrilleros rifeños pero el antes de ser capturado por los españoles prefirió entregarse a las tropas francesas.

Las autoridades coloniales convinieron su deportación a la isla de La Reunión, una posesión francesa de ultramar próxima a Madagascar. En 1947, tras lograr autorización del gobierno francés para su traslado a la metrópoli, escapó durante una escala en Puerto Saíd. El gobierno egipcio, encabezado por el rey Faruq I, lo acogió como refugiado.

Desde Egipto encabezó el comité de liberación del Magreb árabe. En 1956, tras la independencia de Marruecos, rechazó la oferta del rey Mohammed V de regresar con honores a su patria. Murió en El Cairo en 1963, poco después de ver completa la descolonización del Magreb, tras la independencia de Argelia.

investigacion en archivo de la marina por Boudchar Ouail

Le Corbusier


Nació en la localidad de La Chaux-de-Fonds, en la Suiza francófona con el nombre de Charles Edouard Jeanneret-Gris. A los 29 años se trasladó a París donde adoptó el seudónimo Le Corbusier, variación humorística (ya que evoca a la palabra cuervo) del apellido de su abuelo materno: Lecorbésier. Su padre se dedicaba a lacar cajas de relojes para la industria relojera de su ciudad natal, y su madre fue pianista y profesora de música.

En 1900 Le Corbusier comenzó su aprendizaje como grabador y cincelador en la Escuela de Arte de La Chaux-de-Fonds, en Suiza. Uno de sus profesores, Charles L'Eplattenier, le orientó hacia la pintura y después hacia la arquitectura. En 1905 diseñó su primer edificio, una casa unifamiliar para un miembro de la Escuela de Arte, la Villa Fallet. En los siguientes diez años hizo numerosos edificios, que todavía no llevan su sello característico posterior, y que él mismo no incluyó en el registro posterior de sus obras.

Ya en París, trabajó durante quince meses en el estudio de Auguste Perret, arquitecto pionero en la técnica de construcción en hormigón armado. A continuación viajó a Alemania para estudiar las tendencias arquitectónicas de ese país. Allí trabajó en la oficina de Peter Behrens, donde se estima que puede haber coincidido con Ludwig Mies van der Rohe y Walter Gropius, quienes también trabajaron ahí en esa época. Visitó también Estados Unidos, donde se familiarizó con la obra de Frank Lloyd Wright, que por aquel entonces comenzaba a ser apreciada en Europa. El año 1911 lo dedicó por completo a viajar. Desde Viena fue a Rumanía, Turquía, Grecia e Italia y a su regreso fue profesor durante dos años en el departamento de arquitectura y decoración de la Escuela de Arte de París.

En 1922 Le Corbusier abrió un despacho de arquitectura con su primo Pierre Jeanneret, con el cual mantuvo su asociación hasta 1940. Inicialmente los dos diseñaron casi exclusivamente edificios residenciales. Uno de sus grandes proyectos de estos años, en este caso como urbanista, es su diseño conceptual de una ciudad de tres millones de habitantes, la Ville Contemporaine (Ciudad Contemporánea).[1]
Casa Curutchet, única obra de Le Corbusier en América Latina

En octubre de 1929 Le Corbusier dictó en Buenos Aires un ciclo de diez conferencias, invitado por la Asociación Amigos del Arte. En este viaje también visitó Río de Janeiro, Asunción y Montevideo. En referencia a la primera de las ciudades citadas dejó bien clara su percepción de urbanista al expresar: «Buenos Aires es una ciudad que le da la espalda a su río», aludiendo con esto a algo de lo que aún adolece tal ciudad: pese a tener una extendida costa frente al gran estuario del Río de La Plata se ha privilegiado ediliciamente un área que no permite la vista a tal estuario, más aún el acceso al mismo se halla obstaculizado por instalaciones de antiguos puertos, un aeropuerto, tramos ferroviarios a nivel y autopistas.

La única obra de Le Corbusier en la Argentina es la Casa Curutchet, una vivienda unifamiliar construida en la ciudad de La Plata, capital de la Provincia de Buenos Aires, entre los años 1949 y 1953. xc Le Corbusier fue un trabajador incansable. Realizó innumerables proyectos, de los cuales nunca llegaron a realizarse, pero que marcaron a generaciones posteriores de arquitectos.

Difundió también sus ideas urbanas a través del CIAM (Congreso Internacional de Arquitectura Moderna) uno de cuyos documento es la Carta de Atenas. Sin embargo, fue únicamente en Chandigarh, India, donde pudo hacerlas realidad.

El 27 de agosto de 1965, desobedeciendo las indicaciones de su médico, Le Corbusier fue a nadar mientras pasaba sus vacaciones en su cabaña en Roquebrune-Cap-Martin, en el Mediterráneo francés. Fue encontrado muerto por unos pescadores, presumiblemente de un ataque al corazón.
Contribuciones teóricas a la arquitectura [editar]

Le Corbusier fue, además de un gran arquitecto y pintor, un eminente teórico de la arquitectura. Escribió varios libros, en los que ejemplificaba sus ideas mediante proyectos propios (a la manera clásica como lo hizo en su momento, por ejemplo, Andrea Palladio en I Quattro Libri dell'Architettura)[2] Tuvo muy claro que, aparte de saber crear buenos edificios era necesario saber explicarlos y transmitirlos al resto de los profesionales y a los estudiantes, y ejerció con gran maestría la tarea de publicitar su propia obra.

Como visionario, Le Corbusier veía la posibilidad de cambiar el mundo a través de la arquitectura. Si bien nunca se alió con un grupo político en particular, su postura estaba más cerca de una postura liberal (algunos lo han descrito como un socialista, adjetivo que probablemente se queda corto para caracterizar sus actividades), y como tal, veía todo proceso de diseño con fines utópicos. Lo que le permitió contribuir grandemente al significado de la arquitectura en general.
La machine à habiter [editar]

Le Corbusier es conocido por su definición de la vivienda como la máquina para vivir. Con ello, Le Corbusier ponía en énfasis no sólo la componente funcional de la vivienda, sino que esta funcionalidad debe estar destinada al vivir, comprendiéndose esto último desde un punto de vista metafísico. Le Corbusier creía que el objetivo de la arquitectura es generar belleza (muy conocida también es su frase: la Arquitectura es el juego sabio, correcto y magnífico de los volúmenes bajo la luz), y que ésta debía repercutir en la forma de vida de los ocupantes de los propios edificios.

En cuanto al criterio de «máquina de habitar», Le Corbusier estaba deslumbrado por las entonces nuevas máquinas: en especial los automóviles y aviones, considerando aquellos que tenían diseños prácticos y funcionales como modelo para una arquitectura cuya belleza se basara en la practicidad y funcionalidad; el racionalismo.
L´Esprit Nouveau [editar]

A fin de divulgar sus ideas sobre la arquitectura y la pintura, Le Corbusier fundó en 1920, junto con Paul Dermée, una revista de divulgación artística que obtuvo gran resonancia internacional: L'Esprit Nouveau (El Espíritu Nuevo; aunque en francés la palabra esprit suele tener también el significado de conciencia, razón, inteligencia).
Los cinco puntos de una nueva arquitectura [editar]

En 1926 Le Corbusier presenta un documento donde expone en forma sistemática sus ideas arquitectónicas: los llamados «cinco puntos de una nueva arquitectura» representan una importante innovación conceptual para la época, aprovechando las nuevas tecnologías constructivas, derivadas especialmente del uso del hormigón armado (hasta entonces este material se usaba en viviendas y monumentos disfrazándosele de piedra esculpida con molduras):

1. Los «pilotis»: para que la vivienda no se hunda en el suelo, y (por el contrario) quede suspendida sobre él, de forma tal que el jardín «pase» por debajo.
2. La terraza-jardín: que permite mantener condiciones de aislamiento térmico sobre las nuevas losas de hormigón, y convierte el espacio sobre la vivienda en un ámbito aprovechable para el esparcimiento.
3. La planta libre: aprovechando las virtudes del hormigón, que hace innecesarios los muros portantes. De esta forma, se mejora el aprovechamiento funcional y de superficies útiles, liberando a la planta de condicionantes estructurales.
4. La ventana longitudinal: por el mismo motivo del punto anterior, también los muros exteriores se liberan, y las ventanas pueden abarcar todo el ancho de la construcción, mejorando la relación con el exterior.
5. La fachada libre: complementario del punto interior, los pilares se retrasan respecto de la fachada, liberando a ésta de su función estructural.

Su arquitectura resulta ser altamente racionalista, depurada ( con el uso de materiales sin disimularlos; nota la posible belleza de las líneas depuradas, sin adornos, sin elementos superfluos) y con un excelente aprovechamiento de la luz y las perspectivas de conjunto, dando una sensación de libertad (al menos para el desplazamiento de la mirada) y facilidad de movimientos.

La edad del gasógeno

Ante el conflicto de una privación de importaciones que demanda la motorización, tanto de explosión como de combustión interna —autos, camiones, tractores, acorazados, cruceros, torpederos o submarinos— artefactos y vehículos de tierra, mar y aire que exigen el petróleo para las necesidades de paz y de guerra, se aprestan las naciones a robustecer su independencia en esta materia. (…) El gigantesco avance del progreso industrial por su subordinación a la ciencia permite en la actualidad que, además de la gasolina, se consideren carburantes no ya solamente sucedáneos de aquélla, sino complemento que totaliza la nacionalización, tan importante y precisa para garantizar nuestra defensa y beneficiar nuestra economía. Son éstos, los carburantes sólidos: carbón pulverulento y purificado y carbón coloidal; los líquidos: benzol, alcohol metílico, alcohol etílico, derivados de los aceites de esquistos y derivados de aceites grasos y los gaseosos: gas de carbonización, gas metano y gas de gasógeno…

César Serrano, Madrid Científico, número 1.406 de 1936.

Cuestión de necesidad

En muchas ocasiones he escuchado hablar del gasógeno a personas que recuerdan bien los años de la posguerra española. El petróleo no era precisamente un bien fácil de adquirir para nuestro país en los años cuarenta y cincuenta, la gasolina escaseaba y, claro está, los automóviles, camiones y demás vehículos animados con motores de combustión interna no se alimentan del aire, ni de agua. ¿Qué solución podría ponerse en marcha ante la carestía de combustibles? Ciertamente, no circulaban en esos años por nuestras tierras las legiones de automóviles que hoy día nos encontramos por doquier, pero ni para una flota de pequeño tamaño alcanzaban los cupos de gasolina y otros combustibles.

Cuentan los mayores sobre el gasógeno, y algunas veces giran la conversación con cierta sorna deseando que no regrese ese invento, que el poder calorífico, esto es, la energía que podía obtenerse con aquel sistema era tan paupérrima que, al encarar un vehículo una cuesta de pendiente no demasiado grande, el conductor debía abrir la espita de la nodriza para superar el obstáculo. Tal nodriza no era más que un pequeño reservorio de gasolina que se comunicaba con el motor del vehículo, de tal forma que cuando el gasógeno se veía incapacitado para mover el motor, se acudía al auxilio de pequeñas cantidades de salvadora esencia del petróleo. El gasógeno alimentó muchos vehículos durante la posguerra, siendo la tecnología que permitió sortear la escasez de combustibles pero, ¿en qué consistía? La idea de mover un vehículo con gasógeno es muy vieja y se basa en una tecnología muy simple. Veamos, cuando se quema parcialmente madera, carbón o cualquier material con alto contenido en carbono, se generan gases combustibles. Por lo general, el gas producto de esa combustión incompleta cuenta con cantidades apreciables de monóxido de carbono, susceptible de ser empleado como alimento en motores adaptados para ello. Claro, visto como idea para sortear la escasez de combustibles que sufrió España desde el final de la Guerra Civil, y empeorada la situación con la Segunda Guerra Mundial, mirar hacia el carbón, la madera o cualquier otro combustible podría parecer una idea genial. Bien, no lo era, porque si bien sirvió para aguantar, el rendimiento del sistema era penoso.

Sin embargo, mejor es tener algo que conformarse con la nada, así que durante la década de los cuarenta, y hasta principios de los cincuenta, una cantidad considerable de vehículos en España se vio forzada a moverse con gasógeno, habida cuenta de que la gasolina era un bien prácticamente de lujo. Así, automóviles, tractores, camiones y hasta alguna motocicleta pasaron por los talleres para adaptarse a su vida dependiente del gasógeno. Por nuestras carreteras y calles comenzaron entonces a proliferar toda clase de extraños vehículos rodantes. El problema del gasógeno, además de su escaso poder energético, era que los sistemas que debían instalarse eran muy voluminosos. En camiones o autobuses la complicación de adaptar el generador de gasógeno era menor porque, con imaginación, siempre podía instalarse en la parte trasera, o incluso en el amplio techo, pero en los coches la cuestión se complicaba. En algunas ocasiones, sin espacio para el tanque generador, se recurría a instalarlo en un remoque asociado al vehículo. La edad del gasógeno también se extendió por Europa, cuando los desastres del conflicto mundial hicieron que el combustible también escaseara en prácticamente todo el continente.

Baja tecnología

Adaptar un vehículo con motor de gasolina, o diésel, para alimentarse con gasógeno, era tarea más o menos sencilla. Un mecánico mañoso podía, con escasos materiales y piezas, realizar la adaptación en unas horas. Aparecieron `kits´ especiales, bajo patentes diversas, destinados a facilitar la tarea, pero por lo general cada vehículo necesitaba un toque único para que el rendimiento fuera óptimo. Fue el ingeniero químico francés Georges Christian Peter Imbert, nacido en 1884, quien perfeccionó la técnica para obtener gas combustible a partir de madera allá por los años veinte. El proceso de gasificación de materia orgánica, a temperaturas superiores a 1.400 ºC, para ser convertida en gas combustible, se llevaba empleando desde la década de 1870, aunque no era algo demasiado extendido. Sus primeros usos no tuvieron relación con la automoción, sino con el deseo de crear un gas de alumbrado barato. Fue Georges Imbert quien dio el paso de convertir lo que eran grandes plantas de gas en un sistema portátil para automóviles. Partiendo de sus diseños, pronto la necesidad hizo que aparecieran cientos de variantes adaptadas a todo tipo de vehículos. Esa necesidad llegó a ser tal que, llegando a los límites de lo imaginable, se construyeron variantes del sistema que no partían de madera o carbón como materia prima, sino de carburo cálcico. Al igual que sucede en las lamparillas de carburo, el coche “alimentado” a partir de carburo llevaba adosado un contenedor hermético con carburo. Sobre el carburo caía una fina lluvia de agua que, en reacción inmediata, daba como resultado gas acetileno. El gas se dirigía al motor, así de sencillo y peligroso. El acetileno no es muy amigable y puede tornar explosivo en multitud de circunstancias. Por su parte, alejándonos de extravagancias e ingenios minoritarios, la mayor parte de quienes adoptaron el gasógeno lo hicieron en su versión clásica: la que partía de madera como alimento.

Un gran contenedor, técnicamente un reactor que no era más que un gran recipiente metálico, hacía las veces de caldera donde se introducía el combustible que sufriría combustión parcial. Esta combustión se realizaba en el interior de la caldera con una entrada de aire controlada, de tal forma que con escasez de oxígeno el combustible no se quemaba completamente. Ahí se encontraba la magia de esta tecnología. Al quemarse parcialmente, los gases resultantes contenían cantidades apreciables de monóxido de carbono, cosa que no sucede cuando la combustión es completa. El gas, filtrado y tratado adecuadamente, era dirigido al motor del vehículo, donde ejercía como combustible. En muchas de las instalaciones se añadían sorprendentes mecanismos capaces de hacer que la mezcla de gases se enriqueciera, aumentando la proporción de monóxido de carbono, por ejemplo añadiendo sistemas que jugaban con vapor de agua para añadir algo de hidrógeno a la mezcla resultante.

Realmente ingenioso, pero no muy práctico. ¿Se imagina el lector acostumbrado hoy a repostar en una gasolinera lo que debía trajinar el conductor de uno de aquellos vehículos? Veamos, dar de comer a un gasógeno era sencillo pero sucio y engorroso. Lo bueno del sistema es que podía recargarse con prácticamente cualquier cosa que pudiera quemarse y contuviera carbono. Imaginemos un poco, tenemos una pila de leña reducida a astillas. Abrimos la portezuela del reactor o caldera, vaciamos el contenedor de cenizas, añadimos la madera al depósito y prendemos la mezcla. Bien, ahora hay que cerrar el circuito, ventilar adecuadamente la mezcla, esperar un poco y, cuando la llama esté bien alimentada, estrangular de forma precisa la entrada de aire para que se inicie la combustión parcial de la madera. Luego, otro rato más tarde, el gas surgido de la caldera ya podrá alimentar nuestro motor adaptado para ello pero, cuidado, no esperemos un gas poderoso, así que olvidémonos de grandes velocidades y otras alegrías al volante.