Luis XVII de Francia.

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El segundo hijo varón de Luis XVI y María Antonieta, nació en Versalles en 1785. Yolande de Polastron, duquesa de Polignac, fue designada como aya de los infantes de Francia, incluido el futuro Luis XVII y la princesa María Teresa de Francia. Agathe de Rambaud fue elegida por la reina para cuidar a los infantes de Francia, Berceuse del duque de Normandía que se convirtió en delfín de Francia y heredero de la corona, en 1789, a la muerte de su hermano mayor, Luis José Javier Francisco, delfín de Francia.

Alain Decaux escribió: «la sra. de Rambaud era oficialmente responsable del cuidado de Delfín de Francia, del día de su nacimiento hasta, es decir durante siete años. Durante estos siete años, no lo dejó, lo meció, se ocupó de él, lo vistió, lo confortó, lo tronó. Diez veces, cien veces más que María Antonieta, fue para él, una verdadera madre».[1] Su amiga, Louise Elisabeth, marquesa de Tourzel, fue la última aya de los niños reales del Rey Luis XVI de Francia y de su esposa María Antonieta.

En 1792 fue encarcelado con sus padres, su hermana María Teresa de Francia y su tía la princesa Isabel en la prisión del Temple en París.

Al ser guillotinado su padre el 21 de enero de 1793, los monárquicos lo proclamaron rey de Francia con el nombre de Luis XVII.

En el proceso que se inicio contra María Antonieta el 14 de agosto de 1793 el fiscal Tinville hace declarar al Delfín contra su madre. Delante del tribunal, el niño acusó a su madre y a su tía de haberle incitado a la masturbación potente y haberle obligado a ciertos juegos sexuales. Indignada, María Antonieta, pidió a las mujeres del público que la defendieran. El motín fue evitado por poco. Después de ser guillotinada en octubre del mismo año, los revolucionarios lo mantuvieron en prisión en condiciones infrahumanas custodiado por un zapatero de nombre Simón. Murió de tuberculosis en la prisión del Temple el 8 de junio de 1795. El cuerpo fue enterrado dos días más tarde en una fosa sin nombre del cementerio de Santa Margarita de París, junto a otros cuerpos, sin señal de que allí descansaba Luis XVII.

Las misteriosas circunstancias de su fallecimiento hicieron que a lo largo del siglo XIX apareciera una considerable serie de falsos Delfines, de los cuales el más célebre fue Karl Wilhelm Naundorff.

En 1814, tras la restauración de la monarquía en Francia, su tío, el conde de Provenza, tomará el nombre de Luis XVIII como homenaje a la memoria de su sobrino, el niño Rey que jamás llegó a reinar.
El corazón de Luis XVII
El corazón de Luis XVII en la basílica de Saint-Denis

Seguro de que asistía a un momento histórico, el médico encargado de realizarle la autopsia, el convencido republicano Philipe-Jean Pelletan, le extirpó el corazón y metido dentro de un frasco con alcohol etílico lo escondió en su casa, dentro de su amplia biblioteca. Tras el fallecimiento de Pelletan, el frasco fue requisado por el Arzobispado de París y guardado dentro de sus dependencias. En 1830 durante la segunda revolución bonapartista, el palacio del arzobispado de París fue destruido y de entre sus ruinas, el frasco fue rescatado por el hijo de Pelletan. El corazón de Luis XVII fue cambiando de lugar durante muchos años y pasó por muy diversas manos hasta que fue entregado a Carlos de Borbón, duque de Madrid, que a su vez era pretendiente al trono francés y lo guardó en su castillo vienés de Frohsdorf. Durante la Segunda Guerra Mundial, su hija se lo llevó a Italia y las hijas de ésta en 1975 se lo entregaron al Duque de Bauffremont, presidente del Memorial de Francia (los mismos que organizan anualmente por octubre una misa en honor y memoria de los padres de Luis XVII, Luis XVI y María Antonieta). Este, al cabo de un tiempo se lo entregó al Cabildo de St. Denis de París, donde el corazón es expuesto sin nombre sobre una capilla del templo, hasta que el grupo de investigación de los profesores Ernst Brinkmann de la Universidad de Münster y Jean Jacques Cassiman, de la Universidad de Lovaina pudieron acceder a mechones de cabello de María Antonieta que fueron encontrados gracias al enviarlos en vida a su madre, la emperatriz de Austria, María Teresa I y a los mechones de cabello de dos de las hermanas de María Antonieta, se pudieron comprobar realmente el ADN. Se declaró en abril del 2000 que tanto el ADN de María Antonieta como del corazón de aquel muchacho muerto en el Temple coincidían plenamente. El 8 de junio del 2004 se realizó en Saint Denis de París la misa funeral de Luis XVII, que fue enterrado al acabar las ceremonias en la cripta real de Saint-Denis junto a sus padres Luis XVI y María Antonieta, dentro de la capilla de los reyes Borbones. En la basílica eran enterrados los reyes franceses desde la Alta Edad Media. Los padres no están sin embargo allí, pues como era habitual durante la Revolución, ambos fueron colocados en una fosa sin nombre, al igual que el cadáver del niño.

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